Emprender es como hacer una travesía en velero.

Muchas veces, la botadura de un proyecto emprendedor, atravesará tempestades que no podrá esquivar y que lo apartarán de su rumbo, pero al igual que en cualquier travesía, para hacer frente al desánimo, la frustración y a veces hasta la desesperación, la actitud más favorable no es luchar contra las olas, sino navegar a su favor “correr el temporal” y esperar que amaine, con paciencia, constancia y tesón. Porque con la calma chicha, el emprendedor como los veleros, podrá fácilmente dar un golpe de timón y poner rumbo hacia su destino.
Pero emprender, al igual que el mar, no es para los que tienen prisa, ni para los que tienen los planes muy definidos y no están dispuestos a cambiarlos. Es para los que marcan una dirección, un rumbo, y se dejan ir guiando por los acontecimientos.
Un mar de dudas. Es evidente que a nadie se le ocurriría navegar si no sabe interpretar una carta de navegación y no tiene la formación adecuada para dirigir una embarcación. Siguiendo este ejemplo, nadie en España en su sano juicio diría, un día de niebla y con mal tiempo, “venga, vamos a echarle corazón y huevos, que el mundo es de los valientes y crucemos el Estrecho”. A veces el emprendedor se lanza sin salvavidas, porque solo ve como alternativa “emprender o morir”.
Sin embargo, la mar esconde muchos obstáculos imprevisibles que no son fáciles de vencer. En medio del océano, los problemas se acumulan y la moral se resquebraja y la confianza se pierde rápidamente. Las situaciones se precipitan, las pormenorizadas previsiones realizadas antes de zarpar fallan una y otra vez, y la tripulación al igual que el emprendedor necesita imperativamente que las cosas funcionen. La travesía, como la aventura de emprender, exige un aprendizaje continuo.

Emprender un negocio puede llegar a ser como vivir en un mundo diferente. La posibilidad de crear algo nuevo es hermosa, hay que tomar riesgos, es fascinante de admirar, te inspira a hacer cosas nuevas y requiere de un esfuerzo continuo para poder poder sobrevivir en él.
Pero cómo un velero en alta mar, la trayectoria de un proyecto emprendedor puede zozobrar a la mínima inclemencia meteorológica; o, por el contrario, resistir contra viento y marea hasta alcanzar el puerto de destino.
Porque las múltiples dificultades que uno se encuentra en alta mar (viento, marea, frío, …) pueden compararse con las barreras que entorpecen nuestro proyecto emprendedor. Una cubierta mojada y resbaladiza, una escota que no se puede amollar cuando más se necesita, una driza que se rompe o una vela hecha jirones desatan las mismas reacciones que nos asaltan cuando perdemos un cliente, la tesorería no llega, y las previsiones no se cumplen.

“Los barcos están seguros en el puerto, pero no fueron construidos para eso”
La experiencia del mar es capaz de recordarte sin problemas tu propia mortalidad. En el mundo moderno, es normal olvidarse de que los frágiles que somos. Como emprendedores debemos seguir nuestra pasión, pero también vivir con alegría valorando lo que es realmente importante, debido a que nunca sabemos cuándo será nuestro último día en esta tierra.
Algunas veces las condiciones son favorables, otras veces serán adversas. En el mar puedes conseguir vientos de hasta 55 nudos y fuertes corrientes. Eso es lo que un meteorólogo llamaría un clima inclemente pero un marinero experto debería ser capaz de sortearlo confortablemente. Ya que él no pelearía con el mar, porque sabe muy bien que el mar tiene momentos así. En tiempos de clima inclemente, a veces la mejor decisión es seguir la corriente.
Cuando un emprendimiento ha avanzado, las cosas empiezan a moverse fácilmente por algún tiempo pero otras veces tienes que pelear y esforzarte por llegar a donde quieres. Algunas veces estas luchas serán fútiles debido a las circunstancias; pero algunas veces el fracaso se deberá por la manera en la que te enfrentaste al problema.
Debes aceptar que algunas veces las condiciones te favorecerán y otras no lo harán. Pero debes saber que estas siempre van a cambiar. Si te aferras a tu proyecto y estás preparado para los embates que te encontrarás en el camino de vez en cuando, eventualmente llegarás a tu destino.

Cuando una situación peligrosa empieza a desarrollarse, los marineros deben reaccionar y la persona a cargo debe ponerse al mando del problema inmediatamente. No hay nada que te pueda ayudar de manera inmediata, aparte de las personas y el equipamiento que lleves a bordo. El personal necesita tener fe en el liderazgo y los líderes necesitan demostrar tenacidad y temple a la hora de dar órdenes.
A diferencia del mar, la falta de liderazgo puede que no represente una diferencia entre la vida y la muerte en la mayoría de las situaciones que sobrellevamos normalmente. Pero un fuerte liderazgo, de uno mismo y de otros, es la clave para mantener un negocio naciente a flote. Es una poderosa herramienta que debe ser usada para lograr los objetivos de la empresa. Siempre preocúpate por desarrollar tus habilidades de liderazgo debido a que serán ellas las que lleven a tu negocio a buen puerto, sea lo que sea a lo que te dediques.
No puedes ser un solitario lobo de mar. En el mar, dependes de tu tripulación para todo. Tienes que trabajar con ellos, comer con ellos, vivir con ellos y socializar con ellos. No puedes aislarte y tratar de sobrevivir por tu cuenta.
La gente en la vida diaria muchas veces trata de convertirse en un ejército de un solo hombre a la hora de emprender debido a que no confían en los demás. Algunas personas defienden con tanta ferocidad su autosuficiencia, que no logran abrirse a los demás y mucho menos permitir que los ayuden.

Por la boca muere el pez. Y en esos momentos de frustración, desánimo, furia, desesperación, … sólo el control de las emociones y la búsqueda de una solución serena, tras analizar el problema, diagnosticar las causas y analizar las posibles soluciones antes de decidir y actuar, nos sacarán de la tormenta.
Porque en definitiva, uno no puede cambiar la dirección del viento, ni la fuerza de la mar, ni el tamaño de las olas, ni la corriente que arrastra nuestro velero a la deriva, pero si puede adaptar la orientación de las velas y del timón. O, simplemente dejar de luchar inútilmente contra las olas y dejar correr el temporal.
Lobos de mar, ¿estáis preparados para Poner en Marcha vuestra expedición?