Resulta aconsejable fomentar la mentalidad del propietario, de que, cualquiera que sea la actividad profesional que se desarrolle, uno trabaja para sí.
Crear una cultura en donde las personas piensan que trabajan para sí mismas, con mentalidad de propietario, fomenta el sentimiento cotidiano de eficacia a través de la proactividad y de un sentimiento de responsabilidad personal. Te aconsejo que sientas que eres tu propio empresario y que la empresa para / en la que trabajas es tú cliente.
La mentalidad de trabajar para ti mismo te hace pensar de una manera más responsable. Responsabilidad proviene, etimológicamente, de capacidad de responder. De eso se trata, de desarrollar y poner en marcha las habilidades para saber dar respuesta inteligente a las demandas de tú trabajo, y eso supone:
- Tú mismo tienes la responsabilidad de motivarte, eso sí, aprovechando todas las oportunidades que te dé tú cliente.
- Tú mismo tienes que ocuparte de tu formación, eso sí, aprovechando todas las oportunidades que te dé tú cliente.
- Tú mismo tienes que arreglarte tú jubilación, eso sí, aprovechando todas las oportunidades que te dé tú cliente.
Aunque para un trabajador asalariado, este planteamiento parezca una locura, tiene una fuerte base de sentido común, aunque no sea la manera habitual de plantearse el trabajo. El razonamiento es que si tú no te ocupas de tus cosas importantes, no hay ningún motivo para esperar que otros lo hagan por ti. Es tu responsabilidad.
Con la mentalidad del propietario, se eliminan dependencias que puedan torpedear tu sentimiento cotidiano de eficacia y productividad. Pero también, desde el punto de vista de tú cliente, se fomenta su esfuerzo por conservar sus mejores “activos” para que éstos se queden en la empresa como consecuencia de una decisión explícita y voluntaria.
La mentalidad del propietario hace que los empleados nos esforcemos por cuidar a nuestros clientes, que procuremos ser un activo de valor, para tener mejores opciones por si hay que cambiar de empresa, porque prescindan de ti, sin motivo aparente justificado, como un activo competitivo para otros clientes.
Pudiera darse otra paradoja, y es que con esta mentalidad, a corto plazo, haga que las personas que trabajan con la mentalidad de propietario, cambien más de empresa, lo que puede ser un problema para tu/s cliente/s, pero infinitamente menor que el de acabar acumulando personas que se quedan en la empresa porque, a efectos prácticos y de opciones no tienen mejor alternativa. Por eso desde el punto de vista de tu cliente, es mejor pensar qué hacer para retener a la gente buena y eficaz con mentalidad de propietario, en lugar de acabar ocupándose del problema de qué hacer con gente que no sirve porque se han descapitalizado como activos de valor. Es aquello de por qué se van los que quiero que se queden y se quedan los que quiero que se vayan.
Transformar el Síndrome Soviético en mentalidad de propietario. (1)
El Síndrome Soviético consiste en una forma de pensar y de vivir en la que uno hace como si trabajara y la empresa hace como si se interesara por uno. Es una situación en la cual ambas partes aceptan el auto engaño. Es un pacto por la mediocridad. Aquello de yo no te exijo a cambio de que tú tampoco me exijas.
En la mentalidad del propietario, la de trabajar para uno, para combatir el Síndrome Soviético, entre otras actitudes y comportamientos eficaces destacan:
1- La visibilidad del rendimiento. El Síndrome Soviético se manifiesta cuando se tiene la sensación de que no se sabe lo que se hace, por falta de control y supervisión. Para superarlo hay que desarrollar el sentimiento de lo que hago se sabe en la organización, se tiene en cuenta y se valora a través del seguimiento a través de medir y registrar el rendimiento.
2- En el rendimiento personal hay mucho que ganar pero también mucho que perder. En el Síndrome Soviético tienes la sensación de que, hagas lo que hagas, te llevarás la misma recompensa. Por su parte la mentalidad del propietario se desarrolla cuando se sabe que, si el rendimiento es alto, las contraprestaciones también lo serán, mientras que si el rendimiento es bajo las contraprestaciones también. Es aquello de si lo hago bien, hay premio pero si lo hago mal hay castigo, porque en el juego de la productividad y eficacia hay mucho que ganar pero también mucho que perder.
3- El empowerment o apoderamiento en la toma de decisiones. En la mentalidad del propietario es necesario incrementar la capacidad de toma de decisiones. Cuando hay muchos filtros y las decisiones viene dadas desde fuera de la esfera personal, lo habitual es caer en el Síndrome Soviético, matando la proactividad y minimizando la responsabilidad del individuo. Para que la gente se responsabilice de su trabajo y de los resultados obtenidos es condición necesaria conocer los objetivos, conocer las métricas del rendimiento y disponer de los medios y recursos necesarios. Cuando el sistema operativo te impide hacer bien tu trabajo, y es necesario pelearse con la maquinaria operativa, con la abundancia de normas y la rigidez de sus procedimientos organizativos para alcanzar los objetivos, eso acaba minando y sovietizando el espíritu del propietario.
4- La comunicación como el aceite que engrasa todo lo anterior. No sólo hay que conocer las reglas del juego, sino que tienen que ser claras y estar bien comunicadas, porque el exceso de reglamentaciones sin priorizar las importantes de las triviales, son la semilla del Síndrome Soviético. Es aquello de que las reglas no son iguales para todos porque hay gente que se las salta y no les pasa nada. La mejor forma de comunicar es el ejemplo de la mentalidad del propietario, no me digas lo que hay que hacer y se ejemplo de lo que haces.
Ten mentalidad de propietario y PONTE en MARCHA.
(1) Luis Huete