
El tema está en la semántica del lenguaje, por tanto hay que cambiar de palabra, que es más fácil y económico, si uno elige hacer algo que es lo que más le gusta y encima le pagan por ello, entonces vamos bien.
Imagínese que a usted le pagan por estar en la cama a las nueve de la mañana o por aguantar la barra de un bar o por mirar escaparates o ir al cine, por ahí está el camino.
Y una muestra muy clara de este paradigma lo tenemos en las motos, no se extrañe, ya lo verá, aunque no juraría que todos los que le dan al acelerador lo hagan divirtiéndose.
Por deformación profesional, me gusta leer las emociones en la cara de los demás, sobre todo lo que denominamos la comunicación no verbal o sea, la auténtica forma de comunicarse porque es espontánea, ya sabemos que los gestos, incluso las formas llegan más lejos que las palabras.

Entender el trabajo desde este concepto que evidencia aceptación, motivación, placer individual, profesionalidad e incluso ternura es el ideal de todo empresario, claro que a lo mejor tiene algo que ver lo que gana. En mis años de vida laboral he visto mucha gente más rica, pero más cabreada.

No nos gustan los tristes porque nos contagian, y aunque no siempre aceptamos a la gente alegre porque en algunos bajos nos reflejan nuestras limitaciones, al menos nos ayudan a entender que quizás no todo el mundo es bueno, pero ser simpático es gratuito.
Lástima que no todos pudiéramos clonarnos en personas tan alegres como Marc, aunque nos desplacemos a pié y nuestra cuenta corriente sólo corra lo justo.

Sonríe y Ponte en Marcha!
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