
El valor es el resultado de varios pasos previos: el coraje (que se obtiene al saber que hay algo por lo que merece la pena luchar), el sentido denotativo de la palabra valor (es decir, generar un valor añadido a la vida), el riesgo que implica traspasar una frontera sin saber a ciencia cierta qué vamos a encontrar al otro lado y la decisión de traspasar el umbral de la comodidad en el que estamos instalados.
Heinz Körner escribió en su libro Johannes: “En lo más profundo todos sentimos que existe la posibilidad de abandonar el pantano y vivir al sol. Pero el miedo al sol, a la libertad, sí, el miedo a las propias posibilidades nos obliga a permanecer en nuestro entorno habitual. Consigue que nos resulten aceptables el hedor y la inmovilidad, la oscuridad y el lodo. Con cada día que pasamos en él es más difícil salir. Sí, y así todo nos dedicamos a averiguar cómo expulsar el hedor lo mejor posible, cómo soportar lo mejor posible el sucio lodo viscoso y cómo hacer más agradable el paulatino hundimiento. Pero todas las personas que quieran algo mejor deben asumir la responsabilidad y buscar el mejor camino hacia el sol.”
Lo que diferencia a las personas, y en última instancia las separa, es la satisfacción y la comodidad. No podemos sucumbir a ambas.

Nuestra tarea no es hablar y soñar con un mundo sin pantano, sino hacerlo realidad. Necesitamos personas íntegras. Personas que cumplan lo que dicen. Personas que como los samuráis venzan al miedo y hagan realidad sus sueños.
Se valiente, Ponte en Marcha! pero no te hagas el harakiri.
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