
Dos de las razones que con mayor frecuencia conspiran contra el proceso de delegación, son la desconfianza y el Tiempo.
La desconfianza de que todos se quieren aprovechar, de que nadie siente la empresa como suya, o que nadie va a hacer las cosas como tú quieres, o como tú las haces o hacías. La desconfianza de que no van a emplear bien los recursos, de que no aprovechan el tiempo, etc...
Por otra parte, delegar una actividad o responsabilidad, requiere de invertir el doble o el triple de tiempo del que realmente se necesita para desempeñar esa actividad, porque se debe enseñar, guiar y controlar a la persona que asumirá la responsabilidad.

Como bien explica Stephen R. Covey, debe existir un equilibrio entre la PRODUCCIÓN y la CAPACIDAD DE PRODUCCIÓN. Es decir, entre el resultado deseado, y el cómo se alcanza ese resultado.
Cuando vas a delegar, debes ser consciente que la persona que asumirá esa responsabilidad NO ERES TÚ, y por lo tanto, no tiene porque interpretar o hacer las cosas como tú.
Cuando estás delegando, debes prestar más atención al RESULTADO O DESENLACE, y menos atención AL CÓMO SE LLEGA A ESE RESULTADO. Debes permitir que las personas se equivoquen y que busquen nuevas maneras de llegar a ese resultado.
Simplemente dile a la persona que está asumiendo la nueva actividad:

Y recuerda, NO ESTAS PERDIENDO el tiempo, estás fortaleciendo y potenciando la capacidad de producción, para que el día de mañana produzca los resultados que deseas, de manera autónoma y eficaz.
Delega y se más productivo. Ponte en Marcha!
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