
La resolución de problemas es importante, pero el verdadero aprendizaje conlleva un trabajo de introspección, o sea, un trabajo en el que se considera críticamente el propio comportamiento y a través del cual se intenta cambiar.
Veamos un ejemplo sencillo: imaginémonos un mecanismo a distancia que encienda cada fin de semana la calefacción de una casa a una hora determinada. Si su mecanismo dispusiera de un miniordenador que se preguntase por qué enciende la calefacción cada semana y a continuación analizase si tiene que ser cada semana o cada quince días, el mecanismo realizaría un proceso completo. En cambio, las personas suelen adoptar un aprendizaje simplista. Nos acostumbramos a huir de la crítica echando la culpa a cualquiera o incluso a todo el mundo menos a nosotros mismos.
Al final lo que hacemos es modificar nuestra conducta, no porque nos digan que debemos cambiar, ni porque la empresa en la que trabajamos nos envíe a un cursillo, sino porque sentimos una necesidad interior de mejorar.

Las personas actúan con una gran falta de coherencia, sin darse cuenta de la contradicción existente entre la teoría de su acción y la realidad que presentan, es decir, entre lo que realmente hacen y lo que dicen que hacen.
La culpa a los otros. El comportamiento humano es en realidad profundamente defensivo. Echamos la culpa a los demás y así, evitamos comprobar de un modo independiente y objetivo la distancia que hay entre la base teórica y la realidad de nuestra acción.
A partir de este hecho, que todos tenemos que aceptar, debe aprender a razonar de un modo nuevo para modificar sus teorías de acción. Lo principal es que identifique las incoherencias entre lo que dice y lo que hace. De este modo podrá tomar conciencia de que inconscientemente diseña y pone en práctica unos comportamientos que en realidad no son los que desearía.
Ponte en Marcha!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ayúdanos a Ponernos en Marcha y comparte tu experiencia, comentario u opinión. Juntos emprederemos la ruta del éxito.