martes, 24 de octubre de 2017

La crisis de sentido

En muchas etapas de nuestra vida, los seres humanos actuamos como los famosos perros de Pavlov. Cuando los animales estaban hambrientos, el médico ruso Pavlov les enseñaba un trozo de carne mientras tocaba una campana. Al ver el trozo de comida, los perros salivaban como una señal física de que tenían hambre. Una vez repetido el mismo patrón unas cuantas veces, se tocaba de nuevo la campana, esta vez sin enseñarles la carne, y los perros salivaban igualmente. 

Es decir, se había condicionado a los perros con un estímulo arbitrario (la campana) para desarrollar un comportamiento concreto (salivación) sin necesidad de mostrarles el estímulo original (la carne). Los perros eran manipulados y condicionados con un objetivo concreto. 

No nos damos cuenta, pero nosotros actuamos igual. Nuestros estímulos son más sofisticados que una campana, pero estamos igualmente condicionados con ideas erróneas sobre el éxito y la felicidad, que hemos interiorizado por medios como la publicidad, los medios de comunicación, la educación, etc. Esto nos lleva a una carrera frenética para conseguir objetivos, muchas veces no establecidos realmente por nosotros mismos, sino por otras personas o por las presiones de la sociedad. 

Es verdad que el hombre es un depredador de objetivos. Los necesita para superarse, para avanzar y sentirse realizado. Sin embargo, en nuestra sociedad occidental, estamos demasiado obsesionados con los objetivos, estamos orientados y programados como los perros de Pavlov a conseguir resultados. Y si no los logramos, somos unos inútiles o unos fracasados. Eso es lo que nos dicen. 

La crisis del directivo. Este es el motivo de que muchos directivos hayan volcado todos sus esfuerzos en llegar a lo más alto de su carrera profesional, y en ese momento, cuando han llegado a la cima, están solos.

Es un momento especialmente delicado y grave, no saben qué hacer allí arriba, porque han dejado en el camino muchas cosas, posiblemente su vida personal, su familia, sus valores. Se preguntan ¿Y ahora qué?... Lo único que desean es tirarse al vacío. 

Es la llamada crisis de sentido de la que habló John Whitmore en su libro “Coaching”, caracterizada por un momento de crisis profunda, en el cual el directivo se plantea qué sentido tiene toda su vida, volcada únicamente en conseguir objetivos. Comienzan a vislumbrar en el horizonte el final de sus vidas, aunque tengan media vida por delante, entran en una sensación de gran confusión, y sienten auténtico miedo respecto al futuro. 

Conozco casos de directivos que en estos momentos realizan cambios bruscos profesionales y personales, precisamente en busca del sentido perdido. Afortunadamente, siempre hay una esperanza. Porque aún queda media vida para hacer de ella una obra de arte. 

Es el momento de reflexionar con honestidad, volver a los verdaderos valores, cuestionar las ideas con las que nos han ido programando, y preguntarnos ¿Para qué estamos en este mundo? Todos necesitamos marcarnos metas ambiciosas, pero también necesitamos tener un propósito que dé significado a todo lo que hacemos, y conseguir un equilibrio entre el logro de las metas y la atención a la vida personal, emocional y espiritual. De lo contrario, tenemos garantizada la crisis de sentido. 

Sal de la Caja. Para conseguir este difícil equilibrio, lo primero que debemos hacer es desechar la creencia de que es imposible conseguirlo. Las frases más habituales son: “Hay que elegir”, o “Si quieres tener éxito profesional, debes renunciar a tu vida personal”. Esta es la principal trampa en la que caemos cuando estamos “dentro de la caja” y tenemos una visión limitada de la realidad. Para “salir de la caja” hay que cuestionarse las “verdades” que nos han contado, abrir la mente y explorar con valentía otros caminos desconocidos. Una forma muy efectiva es introducirse en otras culturas con humildad y respeto, y observar qué nos enseñan, para luego interiorizar sus conceptos y fundirlos con los nuestros. Esto nos permite contemplar la realidad con una nueva perspectiva. 

Para superar la crisis de sentido empieza por cuestionar absolutamente todo, incluso ideas fuertemente ancladas en nuestra cultura y en el subconsciente. Sal de la caja, Ponte en Marcha y dale sentido a lo que haces.

viernes, 6 de octubre de 2017

La Era del Stress

Para la mayoría de los trabajadores, el trabajo es mucho más que un compromiso. Mucha gente permanece más horas en la oficina que en casa, se llevan trabajo por las tardes y regularmente regresan a la oficina algunos fines de semana, invirtiendo más tiempo en actividades relacionadas con el trabajo que en disfrutar de su tiempo libre. No sólo invertimos una gran cantidad de tiempo en el trabajo; muchas personas encuentran una parte sustancial de su satisfacción personal y de su identidad en el propio trabajo. Consecuentemente sus vidas privada y laboral se entrelazan y son interdependientes.

La distinción entre el estrés relacionado con el trabajo y estrés no relacionado con éste, es entonces artificial. 

Las fuentes de estrés en el trabajo inciden directamente en la vida no laboral de los trabajadores afectando también a las personas su ámbito no laboral más cercano. Existen otros factores relacionados con las funciones del trabajador que pueden generar estrés, afectando fundamentalmente a mandos intermedios, como son: 
 - Individuo que cuenta con insuficiente responsabilidad. 
 - Falta de participación en la toma de decisiones. 
 - Falta de apoyo por parte de la dirección de la empresa. 
 - Cambios tecnológicos a los que hay que adaptarse. 

Cuando la influencia del ambiente supera o no alcanza las cotas en las que el organismo responde a la máxima eficacia, éste percibe la situación como amenazante, peligrosa o desagradable, desencadenando una reacción de estrés. 

El síndrome de Burn-Out o Estrés Laboral ("estar quemado"), es uno de los temas que actualmente se está investigando más, ya que puede afectar a la actividad y rendimiento en el trabajo de cualquier profesional, y también a la vida personal. 

El núcleo de este síndrome, es un agotamiento emocional producido por una sobrecarga emocional constante. La persona se implica en exceso, ya que intenta atender demasiadas exigencias inaplazables y al final se verá desbordada por los requerimientos que le imponen los demás. 

El individuo se siente "vacío" y le falta energía para afrontar un nuevo día. La persona no se siente capaz de dar nada de sí a los demás, intentando reducir el contacto con la gente; sólo lo necesario para realizar su trabajo. Esto hace que el trabajador vea a otros de forma negativa, ignorándoles, lo que llevará al profesional a ofrecer unos cuidados técnicos, olvidándose del aspecto humano de la profesión. 

Estos sentimientos negativos hacia los demás progresarán hacia sí mismo, creando sentimientos de culpa, de fracaso, baja autoestima, favoreciendo el riesgo de depresión. 

El estrés es algo que resulta imposible evitar, incluso las personas incrementan con frecuencia su propio estrés de modo innecesario. La diferencia entre las exigencias que las personas se plantean a sí mismas o perciben de los otros, así como los recursos disponibles para satisfacer esas demandas, puede constituir una amenaza o fuente de estrés. 

El Burn-Out también va a repercutir sobre la vida personal y sobre el rendimiento y la calidad del trabajo. Cuando el trabajador vuelve a casa después de su jornada laboral lleva consigo toda la tensión acumulada y todo ello repercute en su familia. Esa persona se quejará continuamente de su trabajo y dirigirá su insatisfacción, lamentos y agresividad en el cónyuge, apareciendo el riesgo de crisis y ruptura del matrimonio. El individuo afectado por el estrés profesional es incapaz de desarrollar su rol familiar, disminuye su atención y dedicación hacia su familia alegando que es una forma de protección hacia ellos, aunque realmente es porque no quiere revivir los problemas del trabajo en casa. El efecto de reprimir sus sentimientos modificará su personalidad en sentido negativo, tanto para sí mismo como para la relación con los demás, sufriendo una falta de comunicación a todos los niveles. 

Concluyendo, puedo decir que el estrés es provocado por factores que son resultado de un acelerado ritmo de vida en la actualidad. A cada persona le afecta de manera diferente, porque cada una de ellas tiene un patrón psicológico que la hace reaccionar de forma diferente a las demás, es decir, cada uno de nosotros somos únicos y por lo tanto actuamos y nos manifestamos de forma diferente a todos los demás. El estrés laboral o Burn-Out puede afectar a la actividad y rendimiento del trabajador. 

Las personas tenemos unos límites y debemos aceptarlos, no existe la perfección sino las cosas bien hechas. Cuando nos sintamos desbordados tanto físicamente como emocionalmente debemos pedir ayuda. El estrés no es una enfermedad propiamente dicha sino que es la causa de algunas enfermedades. El estrés puede hacer que las personas se depriman y se sientan irritables, comportándose de forma descuidada. Entonces el estrés es un factor realmente importante en algunos accidentes que pueden ocurrir tanto en el ambiente laboral como fuera. 

Es cierto que el estrés no es la causa principal de accidentes en la actualidad, pero si bien es cierto que se esta convirtiendo día a día en una amenaza constante para nuestra sociedad, ya que cada día aumenta él numero así como la intensidad del estrés en las personas.

No te quemes, gestiona tú estress y Ponte en Marcha!