sábado, 15 de agosto de 2015

No somos lo que decimos, somos lo que hacemos.


El aprendizaje eficaz es el resultado de que la gente razone acerca de su propio comportamiento tal como debería ser. La mayoría de las personas no sólo no sabe cómo aprender, sino que ni siquiera es consciente de que resulta necesario. Esta mayoría lo concibe como una resolución de problemas concretos ante situaciones determinadas, y no captan que ha de ser una actitud autocrítica en el deambular de todos los días.

La resolución de problemas es importante, pero el verdadero aprendizaje conlleva un trabajo de introspección, o sea, un trabajo en el que se considera críticamente el propio comportamiento y a través del cual se intenta cambiar. 

Veamos un ejemplo sencillo: imaginémonos un mecanismo a distancia que encienda cada fin de semana la calefacción de una casa a una hora determinada. Si su mecanismo dispusiera de un miniordenador que se preguntase por qué enciende la calefacción cada semana y a continuación analizase si tiene que ser cada semana o cada quince días, el mecanismo realizaría un proceso completo. En cambio, las personas solemos adoptar un aprendizaje simplista. Nos acostumbramos a huir de la crítica echando la culpa a cualquiera o incluso a todo el mundo menos a nosotros mismos. 

Al final lo que hacemos es modificar nuestra conducta, no porque nos digan que debemos cambiar, ni porque la empresa en la que trabajamos nos envíe a un cursillo, sino porque sentimos una necesidad interior de mejorar

El programa de actuación que la gente utilizamos en la realidad rara vez es el que cree que estamos utilizando. Si efectuáramos una encuesta y preguntásemos a las personas cuál es su programa de actuación, es decir, las reglas que utilizan para regir sus actos, nos explicarían una teoría acerca de los motivos de sus actos. Pero si observásemos su comportamiento, podríamos comprobar que la teoría que nos describen tiene muy poco que ver con el modo en que realmente se comportan. 

Las personas actuamos con una gran falta de coherencia, sin darnos cuenta de la contradicción existente entre la teoría de nuestra acción y la realidad que presentamos, es decir, entre lo que realmente hacemos y lo que decimos que hacemos. 

Conócete a ti mismo, Ponte en Marcha, y se coherente en lo que piensas, en lo dices y lo que haces.

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