Lo que las empresas buscan y las universidades no enseñan.

Lo que las empresas buscan y las universidades no enseñan.

AUTOCONOCIMIENTO

Eso, para mí, es básico. Es el principio de todo. Desde los orígenes de la civilización, los sabios de todos los tiempos hablan de la importancia del autoconocimiento; es un tema que ha sido explorado por ciencias, doctrinas, filosofías y religiones. La búsqueda del autoconocimiento es un ejercicio para toda la vida, y creo que una buena forma de comenzarla es reconociendo dos cosas: los miedos y los talentos.

El miedo es el sentimiento más limitador que existe. Pero, sí realmente deseamos realizarnos como profesionales y como seres humanos, necesitamos reconocer los miedos que nos invaden y superarlos.

El miedo al fracaso, por ejemplo, te hará evitar toda experiencia que tenga la posibilidad de salir mal o que pueda estar fuera de control. Para evolucionar en el trabajo, es importante que seamos capaces de asumir cada vez más riesgos.

Otro miedo muy común es el del cambio. El ser humano se siente cómodo en situaciones que le son familiares, pero, en el dinamismo en el que vivimos, nada permanece familiar durante mucho tiempo. Si no consigue el desapego a lo conocido, se convertirá rápidamente en un profesional obsoleto.

Existe también el miedo al qué dirán, a no ser suficientemente bueno, a no estar a la altura...

En el origen de todos ellos, ciertamente, está el miedo a equivocarse. En la intimidad, pensamos que el miedo nos hará ser rechazados o reprochados por otros, lo que nuestro ego interpreta como el fin del mundo. Pero, ¿quién no se equivoca o falla en esta vida? No podemos dejar que ese temor nos paralice, ya que para tener éxito en nuestra profesión es fundamental experimentar cosas nuevas.

Otro aspecto sustancial del autoconocimiento es la identificación de los talentos. Como todos los seres humanos, algunas cosas las hacemos con naturalidad, facilidad y placer, poseemos dones para cuyo uso no necesitamos de ningún manual de instrucciones, pero ¿sabes cuáles son? Si no eres capaz de responder a esa pregunta te sugiero que empieces a prestar atención a todo aquello que haces bien y a los elogios que recibes. Muchas veces otros reconocen nuestros talentos mejor que nosotros mismos; saber reconocerlos te permitirá ejercer la profesión de forma diferente y con éxito.

Observa el comportamiento de personas que destacan en una determinada área de conocimiento y lo entenderás. En la ingeniería, por ejemplo, hay un ingeniero que sobresale por identificar las soluciones para el cliente; otro es el mejor diseñando proyectos; está aquel que gestiona la ejecución de proyecto como nadie; otro tiene grandes habilidades para dirigir equipos de trabajo, etc.

¿Qué puede justificar esas diferencias sino es el talento de cada uno?

Es cierto que, algunas veces, el reconocimiento de nuestro talento nos lleva a la conclusión de que necesitamos cambiar de profesión. ¡Esto ocurre con muchas personas que, en un momento dado de su vida, se cuestionan por qué no están satisfechas con el camino que han seguido y deciden hacer algo nuevo! No creo que pasar por esa situación sea una catástrofe sino que es necesario. Por eso, cuanto antes invirtamos en el autoconocimiento, identificando nuestros talentos y los miedos que nos puedan limitar el desarrollo de nuestra carrera, mejor. El éxito siempre llega a aquellas personas que tienen el coraje y la simplicidad de ser ellas mismas.


PROPÓSITO

¿Te has parado a pensar cómo elegiste lo qué querías ser en la vida? Si fue a partir de una motivación íntima, algo parecido a la pasión, es probable que sepas cuál es tu propósito. Porque el propósito es nada más y nada menos que esto: la convincción interior de que nacemos para hacer una determinada cosa.

 Creo conocer bien al ser humano, por lo que diría que hay grandes posibilidades de que esa elección se haya hecho a partir de factores externos, no internos. Es así como la mayoría de nosotros hemos sido enseñados y estimulados para seguir los modelos de éxito de otros. Tenemos tendencia a elegir la carrera que parece más prometedora, mejor pagada, que nos pueda dar poder o estatus, la carrera, al final, que nos dé los mismo resultados que a las personas con éxito.

Lo que raramente nos enseñan, desgraciadamente, es a cuestionarnos: “¿Qué me gustaría ser realmente? ¿Cuál es mi vocación? ¿Si no me tuviera que preocupar por la supervivencia, qué eligiría en la vida?”. A través de estas preguntas, sugiero que reflexiones si estás siguiendo o no tu propósito.

Para quien elige hacer lo que realmente le gusta, la vida profesional fluye fácilmente. Está claro que la persona encuentra obstáculos, pero el hecho de apasionarse con lo que hace le da energía para superarlos y ganas de esmerarse cada vez más. Otro sentimiento muy presente en quien sigue su vocación es la importancia de hacer lo que hace, lo cual justifica y da sentido a sus actos. Cuando encontramos ese sentido en aquello que hacemos, valoramos más nuestro trabajo y nosotros mismos.

Ahora, piensa conmigo: ¿a qué empresa no le gustaría tener un profesional profundamente identificado con lo que hace? La persona que se mantiene firme en su propósito tiende a trabajar con serenidad, empeño e interés por su promoción. Tiene un gran sentimiento de compromiso. Hoy día, las empresas necesitan a gente comprometida. Seguir nuestra vocación, como ves, no solo te convertirá en un profesional satisfecho, sino también apetecible en el mercado laboral.


VALORES
Últimamente, se escucha hablar cada vez más de la ética. La ética en las relaciones personales, en las actividades empresariales, en la política, en la atención al cliente... Pero, ¿cómo definirla? ¿Cómo distinguir un comportamiento ético de uno no ético? Es ahí donde intervienen los valores.

 Los valores son principios que constituyen un ideal de conducta o de moral, o sea, un código ético. De una forma u otra, todos adquirimos valores, bien por la educación que recibimos, bien por el ambiente en el que vivimos o por el ejemplo de las personas a las que admiramos. Entendemos que esos principios son importantes para la convivencia con los otros y para la vida en sociedad.

Creo que hay dos cuestiones relevantes en relación a este asunto. La primera es que necesitamos tener muy claro cuáles son nuestros valores y reflexionar sobre si son adecuados y suficientes para proporcionarnos una buena convivencia con los otros. Una persona puede tener como valores la honestidad, la responsabilidad y el orden, peri si no es tolerante, podría volverse rígida e impositiva; otra puede honrar los principios de paciencia, solidaridad y compasión, pero si no tiene la auto-afirmación como valor, podría ser manipulada por los demás.

¿Necesitamos una gran lista de valores? Creo que no. Últimamente se ha discutido mucho sobre cuáles son los principios básicos capaces de garantizar el bienestar de la humanidad y la sostenibilidad del planeta. Considero oportuno enumerar los doce valores fundamentales elegidos por la Universidad Espiritual Mundial Brama Kumaris: amor, cooperación, felicidad, honestidad, humildad, libertad, paz, respeto, responsabilidad, sencillez, tolerancia y unidad. Observa que muchos –si no todos- de los valores que podemos proponer están implícitamente incluidos en estos doce, como: justicia, armonía, verdad, rectitud, servicio, autonomía, igualdad, solidaridad, compañerismo y confianza..

La otra cuestión importante es la coherencia en nuestros actos con los principios que defendemos, o sea, la integridad de carácter. Desgraciadamente, muchos son los que dejan de lado los valores más básicos y apelan al “todo vale” a la hora de conseguir sus objetivos: llevarle ventaja a un colega, sobornar a las autoridades para obtener favores, beneficiar a una persona en perjuicio de otra, usar medios ilícitos para conseguir los resultados deseados...Los valores no son algo que se pueda profesar de boca si no se cree en ellos realmente. Solo se tiene en la medida en que los reafirmamos con nuestras actitudes. Sin eso, no son valores, sino solamente un discurso vacío.

Pero, ¿por qué esta reflexión sobre los valores? ¿Qué tiene esto que ver con el mundo empresarial? Tiene mucho que ver. Las empresas modernas son cada vez mas parecidas a la vida de las personas: eligen un objetivo (el equivalente empresarial de propósito humano), y entre otras cosas, definen los valores que seguirán en el cumplimiento de ese objetivo. Si un fabricante de medicinas tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas y adopta como valor el respeto a medio ambiente, no podrá, por ejemplo, contaminar ríos con residuos industriales.

Tienes que estar de acuerdo conmigo en que una persona que tiene unos valores bien definidos y actúa conforme a ellos, está capacitada para entender los valores de la empresa y cuidar de que sean respetados. Además, un empleado de principios sólidos, íntegro y ético es alguien que deseamos tener cerca.


ADAPTACIÓN

En cierto sentido, no es una exageración comparar el mercado laboral con la selva. No podemos negar que, en general, hay más demanda de empleo que oferta, y quien quiera conseguir un trabajo, necesita afilar sus garras y demostrar su competencia, habilidades, experiencia y conocimientos. Los mejor preparados ganan la disputa por el empleo, pero después comienza la lucha por la conservación del mismo. Para promocionarse en el inestable ambiente de la “selva” es muy importante tener gran capacidad de adaptación.

 Es normal que hagamos planes para nuestra carrera, que definamos un objetivo a conseguir y los pasos que tenemos que dar para llegar a lograrlos: cursos que debemos hacer, habilidades que es necesario adquirir, responsabilidades que debemos conquistar...Por mucho que te esfuerces en seguir la ruta adecuada puede que, de repente, tu empresa sea comprada por otra y el plan no te sirva de nada. Las reglas cambian, igual que la filosofía corporativa y las personas que te apoyaban. ¿Qué hacer? Adaptarse a las circunstancias. Si no es posible seguir con el plan original, habrá que hacer ajustes y adaptarlo a la nueva realidad de la empresa.

En situaciones menos drásticas, la adaptación también es importante. El proyecto al cual nos dedicamos puede ser suspendido, un jefe que te da todo el apoyo puede ser sustituido por un hueso duro de roer, pueden cambiarnos de departamento...¡Pueden surgir tantos imprevistos en nuestro camino! ¿Qué hacemos? Adaptarnos a las circunstancias es partir hacia otro proyecto, ganarnos la confianza dej nuevo jefe, negociar nuevas metas en un nuevo departamento. Es necesario ser flexible dentro del nuevo mundo corporativo, donde los cambios pueden aparecer en cualquier momento; sólo así seguiremos promocionándonos.

Puedes tener la impresión de que la adaptación solo sirve para enfrentarse a catástrofes, pero no es así. Con ella, podemos aprovechar las oportunidades que aparecen en nuestra carrera y que no imaginábamos ni en nuestros mejores sueños. Conozco a un profesional con mucho éxito que ejerció diecisiete cargos en diversa áreas de la empresa en la que trabajaba hacía más de treinta años. Ahora, pregúntate si él siguió fielmente sus planes cuando le invitaron a ocupar un cargo nuevo. ¡De ningún modo! En la mayor parte de los casos, ni se consideraba capacitado para ejercer la función, pero asumió el riesgo y trató de hacer frente al nuevo desafío.

Para mantenerse y promocionarse en el mundo empresarial es fundamental entender que puede que no ocurra lo que esperamos, sino más bien que suceda lo que no esperamos. En ambos casos, la adaptación es un preciado recurso.


RESISTENCIA

Tenía por costumbre hablar de perseverancia hasta que conocí la palabra “resistencia”. Derivada de la física, significa la propiedad que tienen algunos materiales de acumular energía cuando se ven sometidos a un gran esfuerzo, volviendo a su estado original sin deformación alguna. Durante mucho tiempo, ese término fue solo utilizado para lo relativo a la ciencia exactas, hasta que la psicología lo descubrió y decidió usarlo para referirse a aquellas personas que, después de haber pasado por situaciones difíciles, no pierden la fuerza ni las ganas de luchar. Y así, se ha vuelto sinónimo de “duro de pelar”.

La persona resistente tiene gran capacidad para seguir con sus objetivos, aunque tenga que enfrentarse a crisis, situaciones desestabilizadoras y problemas graves. Según los psicólogos, parece que la persona no solo se amolda a la adversidad, sino que se fortalece (acumula energía) y consigue proseguir y desarrollarse. Muchas veces, incluso, descubre que tiene fuerzas y potenciales que ni siquiera imaginaba.

Si observamos la vida de las personas con éxito en su profesión y en los negocios, veremos que la mayoría de ellas tienen esa cualidad. Cito un ejemplo extremo: Seichiro Honda, fundador de la mega empresa japonesa que lleva su nombre. ¿Sabías que antes de triunfar con Honda, este emprendedor realizó siete tentativas de negocio y falló en todas? Es la historia de siempre: personas famosas son reconocidas por lo que han hecho y tuvo éxito, pero quién sabe cuántas tentativas frustradas, errores y fracasos han soportado antes de triunfar...

Creo que la clave para la resistencia está en la forma de interpretar las experiencias difíciles y estresantes de la vida. Si las encaramos con pesimismo, quejándonos de lo dura e injusta que es la vida, gastaremos tanta energía en las lamentaciones que no encontraremos ni fuerzas ni salida para enfrentarnos a la situación. La verdad, si nos lamentamos de la mala suerte es porque no confiamos en nuestra capacidad de sortearla. Por otro lado, si nos enfrentamos a las crisis y a las dificultades como si no fuesen una catástrofe, sino un hecho natural de la existencia, podremos pasar por esos momentos con mayor equilibrio y conciencia, aprovechando de la mejor forma posible el aprendizaje que estas situaciones nos proporcionan. Al final, salimos fortalecidos, y cuanto más fortalecidos, menos temeremos las crisis y las dificultades que puedan surgir.

En la vida profesional, ser duro es muy importante. La globalización mundial es imprevisible, y en cualquier momento podemos enfrentarnos a situaciones críticas, turbulencias, cambios que hacen inviables nuestros proyectos, incluso un despido del trabajo. El mundo de hoy no nos garantiza nada, nosotros somos quienes tenemos que garantizárnoslo, teniendo la preparación necesaria para enfrentarnos a situaciones inesperadas. La resistencia unida a la adaptación nos da la posibilidad de crecer con las crisis, aprender de los errores, tener éxitos y fracasos y, principalmente, saber que siempre contaremos con la posibilidad de intentarlo de nuevo.


ASERTIVIDAD

 Cuando entré en una librería y me di de bruces con un libro llamado El vendedor pitbull, me pregunté hasta qué punto está difundida la idea de que es necesario ser un vendedor agresivo en los negocios. Sinceramente, no creo que la agresividad sea una característica adecuada del comportamiento dentro del ambiente empresarial o laboral. Una persona hostil es severa, intenta obtener lo que desea a gritos, no sabe escuchar ni tiene consideración con los sentimientos y necesidades ajenas, no sabe esperar, no tolera los errores y atropella a los demás. En fin, es problemático en potencia.

La cuestión es que mucha gente confunde agresividad con algo completamente diferente, que es la asertividad; ésta sí es una cualidad importante para quien desea tener éxito en su carrera. Ser asertivo es expresar opiniones, necesidades o preferencias de modo franco y directo. Es ser capaz de decir que no a aquello que hiere su integridad y es contrario a sus valores, pero sin agredir ni faltar al respeto al otro. Se trata de una cualidad que denota seguridad y autoconfianza, mientras que la agresividad es generalmente la expresión de una personalidad insegura.

La persona asertiva defiende sus opiniones con claridad y honestidad, sin recelos acerca de qué dirán. Considero esa actitud fundamental en el mundo corporativo, pues no se pude decir que sí a todo, “traga con todo”, dejar de expresar opiniones por miedo a desagradar o asumir las responsabilidades de otros. Hay quien considera esas actitudes como estrategias políticas, pero para mí son señal de pasividad y de falta de comprensión. Hoy en día, lo que significa ser profesional, lo que se espera, cada vez más, es que las personas sean capaces de tomar decisiones, de asumir riesgos y responsabilidades.

Creo que es muy difícil que alguien consiga ser asertivo en todas las situaciones de su vida, así como no hay nadie que sea totalmente sumiso o agresivo. Cada uno de nosotros tiene mayor facilidad de actuar así en determinadas situaciones con ciertas personas, lo que significa que podemos ser asertivos también en el trabajo.

¿Por dónde empezar? Por ser conscientes de que tenemos derecho a recibir un trato respetuoso, (independientemente de nuestra posición social o de nuestra jerarquía dentro de la empresa), derecho a mantener nuestros valores, a expresar lo que queremos y decir “no” sin sentirnos culpables por ello; derecho a equivocarnos, a pensar antes de tomar una decisión, a pedir ayuda o a que nos aclaren algo, derecho a establecer nuestros propios objetivos y a trabajar libremente.


CAPACIDAD DE REFLEXIÓN

Dejando la cuestión de la pereza de lado, realmente pienso que a la mayoría de las personas les falta capacidad de reflexión. Y no solamente a los brasileños: esto ocurre en el mundo entero. El hecho es que nos enseñan a leer y a escribir, a hacer cuentas y a memorizar conocimientos, pero no a pensar ni a usar los siete tipos de pensamiento de los que el ser humano es capaz:

Pensamiento deductivo: que va de lo general a lo particular. A partir de premisas generales y aceptadas como verdaderas, la persona llega a una conclusión sobre un hecho específico.

Pensamiento inductivo: que va de lo particular a lo general, o sea, partiendo de una situación específica, la persona llega a conceptos generales.

Pensamiento analítico: en el cual son analizadas por separado las partes que forman el todo.

Pensamiento sintético: en el que se forma un todo a partir de la unión de las partes.

Pensamiento sistémico: que establece las relaciones entre las partes de un todo.

Pensamiento crítico: por medio del cual se cuestionan los hechos.

Pensamiento creativo: produce ideas para desarrollar algo nuevo o modificar lo que ya existe.

Ten en cuenta que si no supiéramos usar estos siete tipos de pensamiento de modo integral, nuestra capacidad de reflexión quedaría bastante perjudicada. Para vivir las situaciones más cotidianas, tal vez nos baste con hacer deducciones lógicas, generalizar hechos, entender el todo a partir de las partes o las partes a partir del todo. Pero para comprender la realidad, discernir lo que nos sirve o ser capaz de transformarla, necesitamos también saber pensar críticamente, establecer relaciones entre los hechos y usar nuestra creatividad. Esto tiene suma importancia en todos los aspectos de la vida, y en especial, en el campo profesional.

Quien no usa su capacidad de reflexión no produce ideas. Como consecuencia, no oxigena su mente, que está ocupada por ideas preconcebidas, fijas, obsoletas, ajenas, que no sirven para nada...Con una mente así es de esperar que la persona tenga dificultades para promocionarse en el trabajo, pues se aferra a lo que ya sabe, rechaza lo que no sabe y se resiste a todo lo que está mas allá de su comprensión. Alguien con estas características tiene dificultades para conservar un empleo, pues hoy, en las empresas, quien no es capaz de promocionarse acaba siendo descartado.

Afortunadamente, nunca es tarde para desarrollar la capacidad de reflexión. Intercambiar ideas con la gente airea la mente, poniéndote delante distintas versiones de los hechos. No debes perder la oportunidad de participar en debates y discusiones, para así ejercitar la capacidad de escuchar a otros y de expresar tu opinión. Leer filosofía también te hará bien. Muchos han sido los que han buscado libros sobre este asunto, ya que ampliar la capacidad de reflexión está a la orden del día.


FORMACIÓN CONTINUA

 Veo claramente dos extremos en esta cuestión. Uno es el del profesional que cuelga su diploma, consigue un empleo y se olvida. Lo máximo que hace es participar en los cursos que la empresa ofrece, pero si dependiese de su propia voluntad, seguiría hablando su inglés spanglish, repitiendo expresiones llenas de errores y consultando los mismos libros que usó en la facultad.

Llueve sobre mojado cuando hablo de la necesidad de seguir aprendiendo siempre, pero sé que algunas personas nunca se convencerán de esta idea. ¿Para qué aprender si lo que ya saben es suficiente para desempeñar sus funciones? No se dan cuenta de que necesitan seguir con su formación para desempeñar sus funciones aún mejor, y sobre todo, para abrir la posibilidad de adquirir nuevas responsabilidades. En el mundo laboral el aprendizaje debe ser continuo. En parte porque el conocimiento evoluciona sin parar y el profesional tiene, como mínimo, que mantenerse actualizado con nuevas técnicas, conceptos y prácticas de su profesión. Por otro lado, porque el ser humano necesita continuar evolucionando, adquiriendo habilidades y desarrollando competencias. Todo lo que sirva para mejorar le debe interesar : dominar plenamente un idioma extranjero, perfeccionar sus habilidades sociales y de negociación o saber utilizar nuevas herramientas de gestión, por ejemplo.

La falta de tiempo para estudiar y la dificultad de acceso a la información ya no son disculpas para que alguien deje de seguir aprendiendo. Hoy, con una conexión a Internet, se pueden hacer aproximadamente cuatrocientos cursos de e-learning (enseñanza a distancia), ofrecidos por escuelas y universidades. Son clases de perfeccionamiento, ciclos superiores, post-grados e incluso máster en administración de empresas, que el profesional puede recibir en el ordenador de casa o de la oficina. Además, gran parte del conocimiento que se necesita está disponible en libros, y para comprarlos no es necesario ni salir de casa. Podemos hacerlos por Internet.

En el otro extremo de la cuestión de la formación continua está el profesional que acumula cursos, diplomas y conocimiento de idiomas, porque quiere seguir todas las tendencias del mercado. Pero tampoco es eso, ¿verdad? Con el afán de seguir las tendencias del mercado muchos tienen una sobrecarga de actividades, intereses y focos de atención, que, más que mejorar, puede entorpecer el desempeño de su trabajo.

Si eres un profesional que vive en busca de formación, te sugiero que te cuestiones hasta qué punto no estás preocupado por acumular conocimientos, más que por presión externa que por convicción propia. Quieres ser competitivo y para ello consideras que necesitas estar en igualdad de condiciones con tus “rivales”. Pero, ¿no será que estás tan empeñado en hacer lo que los otros hacen que nunca te has parado a pensar si realmente es necesario? ¿Si un determinado curso o libro mejorará en algo la forma en la que desempeñas tu trabajo o si te traerá mayores beneficios?

Cuando se trata de formación continua, es fundamental discernir sobre aquello que en realidad necesitamos para alcanzar nuestro propósito profesional. En el fondo, el conocimiento más importante que se debe tener es sobre uno mismo: puntos débiles que tenemos que suprimir, puntos fuertes que podemos perfeccionar y todo lo que debemos desarrollar para ser un profesional más completo.


INTELIGENCIA INTERPERSONAL

Una de las habilidades profesionales más valorada en el mundo corporativo actualmente es la de mantener buenas relaciones con las personas en general, de colegas a superiores y subordinados, y de clientes a proveedores.

No faltan motivos para ello. Las empresas necesitan personas que trabajen bien en equipo, compartiendo conocimientos y competencias, y también personas capaces de tener una gran relación con clientes y socios de negocios, pues la buena atención al cliente está a la orden del día. Las habilidades sociales están muy valoradas en el mercado laboral. Se asocian con la inteligencia emocional el equilibrio, y ayudan a aprovechar el networking, la red de contactos profesionales que abre puertas a la carrera profesional.

Por tanto, relacionarse bien es uno de los grandes desafíos para la mayoría de nosotros. Pregunta a un gestor de recursos humanos lo que le pediría al genio de la lámpara maravillosa y muy probablemente dirá: “¡Deseo que los empleados de mi empresa se lleven bien!”. Gran parte de los problemas corporativos están ligados a los problemas de relación, que traban el flujo de información, comprometen la productividad, “enrarecen” el ambiente, provocan tensiones, estrés, desentendimiento y todo tipo de tiranteces.

Para vacunarnos contra estos problemas necesitamos invertir en inteligencia personal, y lo primero es comenzar a ver las relaciones como oportunidades para nuestro propio desarrollo como ser humano. En una relación, las personas son espejos unas de otras, y lo que nos incomoda es precisamente lo que no somos capaces de percibir en nosotros mismos, o sea: los defectos que vemos en los demás son los que tenemos nosotros.

Para ilustrar este concepto acostumbro a decirle a la gente que apunte con el dedo índice hacia delante, estiren el pulgar hacia arribe y dejen los tres dedos restantes doblados sobre la palma de la mano. Ese gesto significa que aquello que percibimos de los demás (índice) es tres veces mayor en nosotros (dedos doblados) y Dios (pulgar) lo atestigua.

Supongamos que tienes dificultades para relacionarte con personas autoritarias. Cuando llegan con sus órdenes y exigencias, te pones tenso y generalmente te desentiendes de ellas, pero, ¿por qué te ocurre eso? Pues es porque tu personalidad también tiene un aspecto autoritario, que no acepta obedecer órdenes de nadie. Si no fuese así, no te incomodaría el autoritarismo de los demás ni entrarías en conflicto con ellos. Podrías, además, lidiar tranquilamente con los mandones que se cruzan en tu camino y utilizar la asertividad para impedir que cometan excesos.

¿Te das cuenta de cómo funciona el tema de las relaciones? Entonces, en lugar de discutir y desentenderte de los demás, procura conocer los aspectos de tu personalidad que hay que trabajar para estar bien, evitando entrar en la dinámica de las personas difíciles. Sé consciente de lo que quieres y de lo que no quieres. Piensa antes de hablar, refrena tus impulsos y mantén el control emocional y el discernimiento. A medida que ejercitamos esta técnica y ampliamos la percepción sobre lo que nos jugamos con las relaciones, nuestra habilidad de tratar a los demás será cada vez mayor.

Afortunadamente, el juego de los espejos de las relaciones tiene un aspecto positivo. Cuando buscamos en los demás algo mejor, más noble o más bonito, estamos exaltando las mismas cualidades en nosotros. Empieza a llamar a la gente utilizando adjetivos positivos, como “inteligente”, a elogiar sus cualidades y puntos fuertes; verás cómo, incluso las más retraídas, acabarán acercándose y estando muy a gusto con tu presencia. Utilizo mucho ese recurso y te digo con toda seguridad que no falla.

El secreto para unas buenas relaciones, en cierto modo, se resume en dar aquello que nos gustaría recibir de los demás. Si queremos respeto, ofrezcamos respeto; si queremos amistad, ofrezcamos amistad; si queremos confianza, ofrezcamos confianza. Si lo pensamos bien, no es tan difícil...


BUENA COMUNICACIÓN

 Acabamos de ver cómo las habilidades sociales son importantes para el éxito profesional Ahora trataremos sobre la principal herramienta para relacionarnos: la comunicación.

Comunicarse es compartir algo con otra persona: una información, una idea, un sentimiento... Y para que capte bien lo que estamos comunicando es imprescindible que tengamos sensibilidad para ponernos en su lugar, que nos expresemos de modo que nos podamos entender, y que le demos la oportunidad de expresarse también.

Para promover el perfecto entendimiento entre las personas, creo que todo diálogo debe tener opiniones objetivas, claras y transparentes. Pero no basta con saber hablar. Del mismo modo es importante saber escuchar, dando la oportunidad a los demás de preguntar lo que no hayan entendido o de opinar sobre el asunto. En teoría estos conceptos son básicos, obvios, pero en la práctica no siempre son tenidos en cuenta. La gente no siempre se preocupa de que la entiendan y mucho menos se muestra receptiva para escuchar.

La cuestión se complica un poco más en estos tiempos en que los contactos personales están siendo sustituidos por los electrónicos: e-mail, videoconferencia y programas de chat. Incluso el teléfono se está dejando a un lado con las nuevas tecnologías. Lo que antes solamente se podía resolver con una reunión, hoy puede ser perfectamente discutido a través de programas de mensajería instantánea, como el Messenger. Cada vez con mayor frecuencia, la gente usa la tecnología como un intermediario en sus relaciones personales.

El problema es que aL intercambiar correos electrónicos limitamos la interacción a un puñado de caracteres en una pantalla. Todos aquellos aspectos subjetivos de la comunicación no verbal –como el tono de voz, la expresión corporal y facial- quedan de lado. Debido a la prisa por resolver las cosas, la gente abrevia las palabras, elimina acentos, no pone las mayúsculas, los puntos ni las comas...Con un breve mensaje, frío e impersonal, solucionan lo que antes requeriría una conversación telefónica o una reunión personal.

También existe el agravante de que muchas personas tienen dificultades para organizar sus ideas en un texto, para escribir correctamente y con claridad; el intercambio de mensajes se ha convertido en una fuente de confusiones y polémicas. Además, las dificultades con el lenguaje escrito de los profesionales de la prensa escrita son una de las grandes preocupaciones de las empresas actualmente, ya que traen consigo una serie de problemas que van desde simples malos entendidos, a problemas de relación y pérdidas de productividad o de negocios.

Piensa que, si no estamos atentos, todo esto está empobreciendo y truncando nuestra comunicación. Así que, para el bien de tus relaciones en el ambiente de trabajo, mantente atento a la forma en que te comunicas. Valora el diálogo, expresando tus opiniones con claridad y permitiendo que los demás también lo hagan. Siempre que sea posible, elige el contacto personal, o el pregunta y responde, el cruce de miradas, o el apretón de manos, porque una buena conversación en persona es la mejor manera de fomentar el entendimiento entre los seres humanos. Y si tienes alguna dificultad en expresar tus ideas a los demás, cuídalo. Mejora tu lengua, usa la expresión oral, deshazte de tus complejos al hablar. Como decía el sabio Chacrinha: “Al que no se comunica, no le van bien las cosas”.


RESPETO A LA DIVERSIDAD

Con la globalización de la economía, las empresas literalmente se han internacionalizado y han esparcido sus operaciones por países donde jamás soñaron estar. Han tenido que aprender a tratar con multitud de nacionalidades, culturas y razas que hay en el planeta, y con todo esto, el respeto a la diversidad, se ha convertido en uno de sus valores fundamentales. Con el tiempo, se han dado cuenta de que el arte de convivir con lo diferente era una necesidad y una ventaja en el mundo de los negocios. Al relacionarse personas de diferentes orígenes, experiencias, culturas y visiones del mundo, encuentran que tienen mucho que intercambiar; generando un ambiente de trabajo fértil en cuento a las ideas y aprendizajes.

Creo que te habrás dado cuenta de cuál es tu papel en todo esto, ¿verdad? Tratar de una forma positiva con la diversidad es esencial para desempeñar correctamente las funciones como profesional en cualquier empresa, aunque no sea en una multinacional. Al final, en todas partes encontramos gran variedad de seres humanos, con diferencia de personalidad y opinión. Y eso también es diversidad.

En un ambiente de trabajo, es verdad que encontrarás personas que piensan, actúan, funcionan de modo diferente al tuyo. Pero, ¿tú eres del tipo objetivo, al que le gusta ir directo al tema y no perder el tiempo con elucubraciones? Entonces siempre habrá un colega cerca que sea más creativo, del tipo productor de ideas (y pocas se aplican). ¿O será que eres un profesional analítico, que miras todas las posibilidades de resolver un problema hasta encontrar la mejor solución?

Entonces, tienes que tener en cuenta que hay que tratar con la impaciencia del colega que quiere agilizar el proceso, establecer prioridades y meter prisa a todo el mundo para cumplir rigurosamente el plazo.

El trabajo en una empresa es así, un palco de conflictos, divergencias y cuestionarios. Pero, si consigues ponerte en tu sitio, ¡todo irá bien! Hay quien considera el conflicto de opiniones como algo indeseable, cuando muchas veces se convierte en el motor de las situaciones. ¿Hay algo más saludable en la relación de un equipo de trabajo que una buena conversación, donde los puntos de vista divergentes son expuestos y analizados?

Como suelo decir, en este mundo de casi siete mil millones de personas, no hay un solo ser humano igual a otro. ¡Nadie es como tú! La variedad de nacionalidades, credos, razas, ideas, experiencias y actitudes es lo que hace que este planeta esté lleno de tantas posibilidades. Entender este hecho y ser capaz de convivir con él es una de las cosas que marca la diferencia en la trayectoria de cualquier profesional.


AUTOMOTIVACIÓN

 Cuando nuestros proyectos van viento en popa, la empresa pasa por un buen momento y se alcanzan los objetivos, no es difícil encontrar la motivación para trabajar. Pero sí lo es cuando hay que mantener la compostura en tiempos de crisis, cuando las ventas caen y el clima de preocupación se instala en la empresa, o incluso en épocas normales, cuando la alta competitividad del mercado genera presiones constantes por mejorar los resultados.

Encontrar la motivación para trabajar en circunstancias adversas, con el mal humor de una fase critica y el estrés de conseguir metas cada vez mayores, es vital para un profesional moderno, no pensemos que podemos cambiar de trabajo siempre que el ambiente se caliente. En estos tiempos de economía globalizada, donde el escenario de los negocios puede cambiar radicalmente de un día para otro y la competencia es voraz, es de ingenuos pensar que existe una empresa inmune a la crisis. ¡No cuentes con la estabilidad y seguridad para tener éxito en la profesión! Los problemas y las turbulencias forman parte del juego, y lo que necesitamos es aprender a automotivarnos para desempeñar nuestro cometido. No importa la situación que estés viviendo, cultiva pensamientos positivos desde que te levantes. Las actitudes que tenemos en los diez primeros minutos del día, determinan la calidad del 80% del resto del día. Dite a ti mismo: “Hoy, a pesar de todo, seré feliz”. Empieza el día con una actividad placentera, como tomar un café, pasear por un parque cerca de casa o cualquier otra cosa que te haga sentir bien. Al llegar al trabajo, saluda a todos con buen humor. Comparte la buena energía que traes y verás como se puede influir en la felicidad de los demás. El humor facilita el modo de encontrar soluciones a los problemas y a superar los desafíos.

Otra cosa que ayuda mucho es aprender a distanciarse de las situaciones difíciles. En lugar de quedarte estancado con el problema y de luchar contra él, amplía el foco de visión; procura entender todas sus posibles implicaciones y analizarlo desde varios puntos de vista. Suelo decir que alejarse de una situación embarazosa es como sobrevolar un atasco desde un helicóptero: salimos del caos, vemos la extensión y podemos contemplar con tranquilidad las posibles salidas. Después de eso, fragmentamos la solución del problema en etapas y establecemos las metas a cumplir día a día. Sé realista: no se puede resolver todo de una vez. Hay que comprometerse con lo que sí es posible, o lo que es más importante o más urgente. Al final día, haz balance de las metas conseguidas y verás como saldrás aliviado del trabajo. Aún quedan muchos asuntos por resolver, pero el mero hecho de constatar que se están resolviendo algunos, mejorará enormemente tu estado de ánimo.

Mucha gente se pasa la vida evitando los problemas, crisis y dificultades, pero son esas situaciones las que más fortalecen nuestra capacidad de automotivación. ¿A quién crees que las empresas valoran más: al profesional que vive en busca de un mar de rosas o al que afronta los riesgos?


CREATIVIDAD

 La innovación es el motor del mundo corporativo, ya que para sobrevivir en un mercado tan competitivo, las empresas necesitan constantemente buscar productos nuevos, servicios, soluciones, procesos, mercado... Ahora bien, si la innovación es el motor, el combustible que lo hace funcionar es la creatividad.

Las empresas necesitan gente creativa. Siempre habrá quien piense que esa característica es un don, una cualidad con la que se nace. Si tú también piensas eso, abandona esa idea limitadora.

Cualquier persona puede desarrollar la creatividad si adopta algunas actitudes y prácticas.

Para empezar, mira a tu alrededor. Las personas creativas son generalmente atentas, detallistas, curiosas y preguntonas. Son capaces de obtener mucha información a partir de cualquier cosa: desde personas y objetos hasta escenarios y situaciones. Esa es una habilidad fundamental para la solución creativa de problemas que requieren un análisis de la cuestión desde todos los puntos de vista posibles. Cuanta más información se tenga, mayores serán las posibilidades de producir ideas.

Practicando la capacidad de observación aumentamos la posibilidad de resolver más allá de las apariencias y de aquello que todo el mundo ve.

Hay que cultivar el hábito de estar abierto a ver, escuchar y percibir todo. Entonces, podrá ocurrir algo inesperado.

Otra cosa que favorece la creatividad es la actitud de intentar hacer siempre cosas diferentes, fuera de la rutina. Prueba un camino nuevo hasta el trabajo, siéntate delante de algún programa de TV que nunca hayas visto, compra una revista nueva, habla con un desconocido, en fin, data la posibilidad de sorprenderte con algo nuevo todos los días. En el trabajo, cambia la forma de encaminar las cosas, busca alternativas para simplificar tareas, crea nuevos procedimientos. No hacer las cosas del mismo modo, siguiendo siempre caminos razonables, hace que nuestra mente trabaje. Al hacerle espacio a las nuevas experiencias, abrimos caminos nuevos. Para que eso funcione, hay que perder el miedo a experimentar. Es natural que gran parte de las ideas que se tienen no funcionen; otras, incluso pueden producir resultados indeseables. Pero si sentimos miedo al hacer cosas mal acabaremos reprimiendo el potencial creativo. Experimentando nuevos procedimientos desarrollaremos la tolerancia al riesgo y al fallo.

Meditar favorece la creatividad. Es una práctica milenaria asociada a las religiones orientales y que busca la iluminación espiritual. La meditación se ha usado, en el mundo occidental, como recurso para el equilibrio mental y emocional. Cuando meditamos, la mente se calma, el cuerpo se relaja y el corazón late con menor frecuencia. Por unos instantes, nos libramos de los pensamientos, preocupaciones, de la sobrecarga mental que acumulamos a lo largo del día a día. Ese relax para la mente nos permite organizar mejor nuestros pensamientos y le hace sitio a las ideas, que surgen con mayor facilidad cuando estamos con la “cabeza fresca”.

Entre todas las técnicas de meditación que existen, una de las más simples consiste en buscar un sitio silencioso donde podamos sentarnos cómodamente con la columna recta, los pies bien estirados en el suelo y las manos sobre las piernas. Cierra los ojos, presta atención a la respiración y no pienses en nada. Cuando surjan pensamientos, basta dejarlos correr e intentar conseguir de nuevo el silencio. Quince minutos diarios de esta práctica, te ayudarán a estar más centrado y preparado para tener ideas creativas.

La meditación es un canal para la intuición, la información surge de la nada, como si una lámpara se encendiera en nuestra cabeza. Se trata de un nivel de percepción que todos tenemos, que nos conecta con nuestra sabiduría interior y da respuesta a las preguntas, certeza a las dudas, solución a los problemas. Para algunas personas, se manifiesta como una voz interior que transmite calma y seguridad. Para otras, es un feeling o un sentimiento de convicción. Hay quien tiene una sensación de bienestar cuando la intuición se manifiesta. Hace algún tiempo, el tema era tabú en el medio corporativo, ya que se creía que lo profesional tenía que ser ponderado y racional. Hoy, la intuición no solo está valorada, sino que también es estimulada, ya que gracias a ella tenemos insights creativos y podemos discernir cuál es la mejor decisión a tomar.


ANTICIPARSE A LOS ACONTECIMIENTOS

Me gusta esta palabra, anticiparse, porque combina una serie de características esenciales en el profesional moderno. Pero tal vez por ser tan completo, muchas veces el concepto no es entendido por la mayoría de las personas, que habitualmente lo confunden con iniciativa.

El significado de anticiparse, tal como aparece en el diccionario, es la capacidad de anticipar las situaciones, necesidades y problemas futuros. Eso significa, para empezar, que alguien que se anticipa tiene sentido de prontitud. Antes de participar en una reunión prevé las cuestiones que la gente formulará y prepara la información necesaria para responderlas. Antes de que el cliente llame para reclamar una entrega que llega con retraso ya le ha llamado para renegociar el plazo de entrega. Antes que el jefe le pregunte sobre el progreso de algún proyecto ya tiene preparados los informes para ponerle al día. Al tanto de lo que ocurre a su alrededor, es capaz de analizar el contexto de las situaciones e imaginar futuros escenarios, lo que le permite adoptar la actitud adecuada en cada ocasión. La persona se anticipa a lo que va a ocurrir con prontitud. La capacidad de iniciativa, sin duda, forma parte de este comportamiento, pero se basa en la perspicacia y en un agudo sentido de la urgencia.

Muchas veces, anticiparse implica agilidad, pues de nada serviría prever el problema y tomar la iniciativa si no hay rapidez a la hora de actuar. El que se anticipa es el opuesto al que se demora: no deja las cosas para otro día sino que intenta resolverlas lo más rápido posible.

Dos características importantes son: responsabilidad y constancia. Sin ellas, el sentido de la necesidad y la agilidad del que se anticipa podrían ocasionar momentos de confusión, imprudentes incluso. Pero como él es un sujeto responsable, trata de encaminar las situaciones con el cuidado necesario y el tiempo necesario, sin precipitarse. Y como es constante, sus actitudes son apropiadas, firmes, se ajustan a la realidad.

La prontitud, anticipación, perspicacia, sentido de la necesidad, iniciativa, agilidad, responsabilidad y constancia están implícitos en el concepto de anticipar los acontecimientos. Es necesario hablar de uno más: comprometido, pues una persona que posee todas esas características está profundamente comprometido con lo que hace y con la empresa en la que trabaja, ¿cierto?.


EDUCACION FINANCIERA

A excepción de quien tiene formación en economía, administración de empresas o contabilidad, la mayoría de las personas entran en el mercado laboral con grandes carencias en educación financiera, o sea, no sabe tratar con el dinero. Tanto es así que no faltan especialistas que imparten cursos y tienen publicados libros sobre el asunto, sugerentemente llamado alfabetización financiera.

  Habrá quien piense que tener un empleo con un sueldo fijo le resuelve la vida, pero eso es solo uno de los tres aspectos del tema financiera: hacer dinero. El segundo es la forma en que se gasta dinero, y ahí la mayoría se complica, ya que no tienen costumbre (ni cultura) de hacer un presupuesto personal o familiar para prever sus gastos. De ahí que gastar más de lo que se gana sea un impulso, porque las facilidades de los créditos ofrecidas hoy día estimulan la devolución en pequeños pagos mensuales que conllevan intereses exorbitantes. Al llegar el fin de mes el dinero no da para mas, recurrimos a las tarjetas de crédito y.. Bueno, así es como muchos occidentales viven.

La falta de un presupuesto compromete seriamente el tercer aspecto: ahorrar dinero. Alguien con una buena alfabetización financiera reserva una parte de lo que gana pensando en el futuro: la compra de un inmueble, o un plan de pensiones para la jubilación, unos ahorros para viajes o gastos imprevistos, por ejemplo.

Para controlar esos tres aspectos, lo mas básico es la educación financiera. Hay que saber hacer presupuestos y balances, aprender a manejar impuestos e intereses, planificar compras, controlar gastos, entender de activos, pasivos, inversiones, planes de pensiones, ahorro privado y otros asuntos básicos en torno al mundo del dinero.

Todo esto parece ser un asunto de una vida muy particular que nada tiene que ver con la profesional. ¡Pues sí tiene que ver! Con el aumento de la tendencia a la gestión participativa en las empresas, incluso los noveles en esta carrera corporativa resuelven asuntos como la gestión del dinero, el control de gastos, la previsión de gastos y la rentabilidad del negocio. ¿cómo resolveremos estas cuestiones sin un mínimo de educación financiera? Aún peor, mañana podrías tener que decidir (o necesitar) trabajar por cuenta propia y, en esa situación, saber manejar dinero no es solo una habilidad profesional, sino una imposición para la propia supervivencia.


PREPARACIÓN PARA EL LIDERAZGO

Cuando reflexionas sobre el liderazgo, probablemente te imaginas de aquí a poco tiempo sentado en una silla de respaldo alto, llevando un equipo de trabajo, un departamento, o quién sabe, una empresa entera. Pero no debemos pensar en el liderazgo en futuro, y sí en presente, ni entenderlo como algo que ejercemos en relación a los demás, sino en relación a uno mismo.

 Nadie puede ser un buen líder mientras no tenga capacidad de liderazgo, o sea, el gobierno de su propia vida. Para ser capaz de inspirar y motivar a los demás, tenemos que estar automotivados y encontrar la inspiración dentro de uno mismo. Para tener la habilidad de gestionar conflictos en el equipo, necesitamos antes saber gestionar los nuestros. Para mantener el control en una situación difícil, debemos dominar las emociones. Para poder guiar a los demás, debemos saber guiarnos a nosotros mismos. Si reflexionamos sobre todas las cualidades que tiene un verdadero líder, veremos que están en el plano individual para más tarde ser ejercidas en el colectivo.

¿Y por dónde comenzamos a preparar el liderazgo? Bien, sugiero empieces por el autoconocimiento, que a través de él pongas en práctica tus valores y generes un propósito para tu existencia. Recomiendo desarrollar: adaptación, resistencia, asertividad, capacidad de reflexión, automotivación, creatividad y proactividad. Y que prestes la debida atención a la formación continua, al respeto a la diversidad, a la buena comunicación y a la educación financiera.

¡Estos son precisamente los atributos y capacidades que necesitas para tener éxito en el mundo empresarial! Pero es lógico: las empresas necesitan, antes que nada, buenos líderes. ¿Por qué no te conviertes en uno de ellos?. 

Ponte en Marcha!


























No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ayúdanos a Ponernos en Marcha y comparte tu experiencia, comentario u opinión. Juntos emprederemos la ruta del éxito.