lunes, 29 de junio de 2015

EMPATÍA: Otra mirada, otro horizonte.


Empatía es la habilidad para percibir los pensamientos y sentimientos de otra persona, la capacidad para “ponerse en el lugar del otro”. Es un especie de “lectura emocional” de la persona que tenemos enfrente, que nos permite experimentar sus emociones como si fuesen propias. 

Mirando desde los ojos ajenos. 
  Nos ponemos en el lugar del otro mediante la recepción de múltiples mensajes que nos dan una composición más o menos clara de lo que está ocurriendo. Además de los mensajes recibidos de aspectos meramente superficiales, como pueden ser las interacciones verbales, hay muchos otros mensajes que nos llegan, a los que muchas veces no prestamos la atención que requieren, y que contienen una valiosa información; un ejemplo de ello son los mensajes no verbales, tales como la postura, el tono de voz, las pausas entre las palabras y la forma de mirar; sin olvidar, además, las percepciones que la intuición nos brinda: mensajes no visibles ante los que hay que estar alerta para no perder un ápice de información. 

Consideraciones a tener en cuenta. 
El objetivo de la conducta empática es, a grandes rasgos y como venimos observando, ponernos en el lugar del otro, recoger sus emociones y percibir adecuadamente sus necesidades, opiniones, quejas y demandas. 

Nos ponemos en el lugar del otro para tratar de conocer los motivos que le hacen sentirse mal o comportarse de determinada forma, sin juicios categóricos, aceptando su opinión aunque discrepemos de ella y sin darle la razón si creemos que no la lleva. 

Hay que activar la atención y observar a nuestro interlocutor, escuchando con cuidado no solo para entender lo que dice, sino para ir más allá de las palabras y ser capaces de percibir lo que no dice. 

Las frases utilizadas, junto con el tono de voz, ayudan a empalizar. Frases como “comprendo que”, “entiendo que” y otras similares facilitan la labor, haciendo que el interlocutor se vaya sintiendo más cómodo según transcurre la conversación.

Es importante empatizar cuando detectamos en la otra persona necesidades emocionales insatisfechas, aflicción, pena, falta de comprensión, estados agresivos, desánimo, dificultades de cualquier clase o cuando pretendemos ganar su confianza. En este sentido se hace preciso estar atento, que exista comprensión, que se “escuchen” adecuadamente los mensajes entre las partes y que la otra parte se sienta cómoda. 

También puede resultar importante, dependiendo de la situación y del interlocutor, elegir el momento adecuado para hablar, mantenerse en el mismo nivel de conversación (por ejemplo no utilizando jerga profesional), que la conversación sea fluida por ambas partes, que se produzcan las preguntas y respuestas necesarias, hacer hincapié en los aspectos importantes, no irse por las ramas o dar información innecesaria y procurar anticiparse siempre a las dificultades que pudieran presentarse para resolverlas tan pronto se detecten. 

La empatía en las relaciones. 
En realidad la empatía es válida para cualquier tipo de relación, ya sea de pareja, de familia, de amistad, laboral o social. En cualquier formato de relación entre dos o más individuos la empatía puede manifestarse sin mayores problemas, entre las personas y tiene múltiples aplicaciones, resultando imprescindible en medicina, psicoterapia, recursos humanos, relaciones públicas y en general en todas las relaciones que se suscitan en el mundo del trabajo. Por supuesto, sin olvidarnos de todo lo concerniente a la esfera personal y social, donde su importancia es fundamental. 

En suma, la empatía marca la diferencia entre las relaciones personales mediocres y las relaciones personales exitosas. 

La capacidad empática es una muestra de inteligencia y de desarrollo emocional. Denota un profundo respeto por las demás personas, puesto que acepta escrupulosamente su criterio sin tener que adoptar la misma perspectiva. 

Ver por los ojos ajenos, pero sin perder la propia visión. Una excelente manera de relacionarse con el mundo.

Ponte en los zapatos del otro, y en marcha!

domingo, 28 de junio de 2015

Asertividad: el arte de decir "no" y algo más

Dentro de las habilidades sociales es importante destacar la asertividad como esencial en todas las facetas de nuestra vida. La asertividad es la habilidad de expresar nuestros pensamientos, sentimientos y creencias asumiendo las consecuencias y a la vez respetar la opinión de los otros.

Para ser asertivos tenemos que pensar que todo ser humano tiene derechos: 
- A expresar sus pensamientos 
- A decir que “no” 
- A tener opiniones distintas 
- A tener sentimientos 
-Etc. 

El principio subyacente a la asertividad es el respeto hacia uno mismo y hacia el resto de personas. En muchas ocasiones, en el ámbito familiar o laboral, se nos piden cosas que no podemos o no queremos realizar. A veces debemos decir “NO”, ya que si no lo hacemos nos sentiremos forzados a realizar algo que no queríamos y esto provocará malestar. 

Hay personas que no saben decir “No” y esto provoca un descenso en su autoestima, ya que anteponen las necesidades del otro a las de sí mismos, aunque también debemos considerar que las personas que tienen una baja autoestima son las que siempre dicen “Sí” (sumisión). Todo esto genera una ansiedad importante. 

Toda persona debe hacer valer sus derechos, por lo que no tiene que ceder a todo. Esto no quiere decir que pase al otro extremo, la agresividad. 

Sumisión----------------------------Asertividad-------------------------Agresividad 

Para ser asertivos no debemos olvidar que tenemos derechos para expresar, sentir y actuar según nuestros principios sin agredir al resto de personas. 

Es imprescindible tener confianza en uno mismo y hacer el ejercicio de ponerse en la piel del otro, porque de este modo entenderemos el punto de vista de la otra persona aunque no lo compartamos. Si a la hora de actuar nos viniera a la mente esta frase “no hagas al otro aquello que no quieres que te hagan a ti”, probablemente la convivencia sería más sana. 

Concluyendo, la asertividad se basa en el respeto y por tanto comporta la libertad para expresarnos respetando a los demás y asumiendo la responsabilidad de nuestros actos.

Se asertivo, ten confianza y Ponte en Marcha!

sábado, 27 de junio de 2015

Nuevos paradigmas de Selección: Cuando el valor reside en el conocimiento.


Hablar de captar el mejor talento representa uno de los cambios más importantes que ha experimentado Recursos Humanos en la última década, aunque en la práctica todavía nos encontremos muy distantes de coincidir con la teoría

Si bien es cierto que las nuevas tendencias sugieren la selección basada en competencias, siempre se recurren a elementos tradicionales, tales como el grado de instrucción/formación, tiempo de experiencia, nivel supervisor, entre otros; elementos que poco o nada agregan al proceso en sí, si no se observa objetivamente y se sigue con cuidado la visión que poseen las nuevas practicas. 

Sin duda alguna, habrá profesionales que se preguntarán cómo debe ser entonces el proceso de selección si constantemente se cuestionan las prácticas tradicionales, pues no pareciera advertirse ninguna otra forma que garantice la captación sin pasar por los filtros existentes. Tal vez la respuesta a esta inquietud no se encuentra en el proceso mismo sino en el porcentaje que se le otorga a cada uno de los elementos que lo integran y es justamente allí donde pueden observarse los tres nuevos paradigmas que habrán de liderar la selección del nuevo talento en lo sucesivo. 

· Primer paradigma: "No importa cómo se obtuvo el conocimiento, lo esencial es poseerlo" 
En nuestra era, el conocimiento no puede ser respaldado únicamente con la simple presentación de las credenciales que así lo sugieran. Los títulos no son garantía de sabiduría ni experiencia, sólo demuestran la culminación de un proceso de aprendizaje que habilita a la persona como profesional, pero no como experto. El conocimiento es un elemento inmensurable pero totalmente disponible, y más aún en un mundo globalizado donde con solo acceder con responsabilidad a Internet se abre un abanico de oportunidades, por citar un ejemplo. El saber, en el siglo XXI, ha de ser medido por la amplitud, alcance e impacto que este pueda y deba causar en las organizaciones. 
 
Basados en esta premisa, los responsables de seleccionar deben establecer el proceso de perfeccionamiento y certificación del personal que posea el conocimiento de manera empírica y no formal, orientándolo al desarrollo de sus competencias y, a la vez, haciendo uso de su potencial. 

Evidentemente no todas las personas que poseen el conocimiento lo ponen en practica o lo emplean en beneficio del proceso y la organización, dependiendo del nivel que ha de ocupar el individuo en la empresa no será suficiente para seleccionarlo el sólo hecho de saber.

· Segundo paradigma: "el valor no está en saber, sino en lo que se hace con lo que se sabe" 
 Como ya se ha dicho poseer el conocimiento tampoco es suficiente, puede saberse mucho y a la vez ser un elemento completamente inútil para las organizaciones. Cuando el conocimiento no se pone en practica puede igualarse a no poseerlo

La selección del talento habrá de orientarse investigar la capacidad creativa que posea el candidato, su elemento transformador, basado en la premisa: "El profesional es lo que el profesional hace, no lo que dice saber". 

El personal que sea sometido a este paradigma debe demostrar su capacidad de transformar el entorno, pues ha traspasado la barrera que exige ser "eficaz y eficiente" para convertirse en un ente "efectivo". A la hora de traducir la teoría en la práctica, en cualquier situación, es posible observar otros elementos fundamentales en las competencias del individuo, pues de su rol de generador de ideas o soluciones basadas en el conocimiento pasa a convertirse en un "ejecutor" del programa y es allí donde su destreza como líder de acción quedará demostrada. 
 
· Tercer paradigma: "lo que se hace con lo que se sabe debe agregar valor" 
Basado en los dos planteamientos anteriores, podemos observar que de acuerdo al nivel de exigencia se van agregando elementos que conducen a orientar la búsqueda en un sentido distinto al tradicional. Si antes lo importante era el documento que certificara como conocedor, hoy lo importante es conocer, pero más allá de ello el producto del conocimiento determina la profundidad del mismo, sin embargo se puede generar una respuesta sin que esta cubra todas las expectativas que se desean y es en ese preciso momento donde "generar valor" hace la distinción entre lo que se sabe y lo que se hace con lo que se sabe

Poseer el conocimiento y ponerlo en práctica para responder un hecho inmediato tiene valor, pero no es suficiente para considerar que el individuo posee el talento que la empresa desea, de acuerdo a una búsqueda determinada. La demanda constante de personas que no se casen con la tarea ni con el proceso, pues de lo contrario serían eminentemente operativas; se ha incrementado en los últimos años. Se debe agregar valor en cualquier posición de la empresa de manera constante y sostenida, de lo contrario el producto del conocimiento no trasciende, se pierde en el tiempo y esto merma la calidad del capital intelectual de la organización. 

Estos tres nuevos paradigmas no sugieren la ausencia de los títulos académicos, ya que de hacerlo se estaría restando importancia al esfuerzo y a la motivación de muchos profesionales, sin embargo sí cuestionan el hecho de dar predominio a este elemento sobre el que realmente importa a la organización. Las empresas no progresan por el simple hecho de contratar un talento diplomado en diferentes áreas, lo hacen por el producto eficiente, la respuesta eficaz y el resultado efectivo que su personal posea. 

Cuando se posee conocimiento, se pone en practica y el resultado genera valor agregado nos encontramos ante un personal de impacto estratégico con capacidades operativas que redundarán en beneficio de la organización, de lo contrario estaremos alimentando una estructura ficticia basada en la presunción de un conocimiento por el simple hecho de estar certificado.

 Tal vez no será tan sencillo asimilar los nuevos paradigmas, sin embargo será un error no hacerlo. Ponte en Marcha!

viernes, 26 de junio de 2015

La Técnica de un día detrás de otro. Como alcanzar objetivos a largo plazo, a través de objetivos a corto plazo.



Está comprobado que el 95% de las personas no establecen sus objetivos por escrito. Del 5% que si lo hace, el 95% nunca termina por tomar acción y comenzar a hacer que las cosas sucedan. ¿No resultan estos datos increíbles? La mayor parte de personas realizan planificaciones detalladas para organizar simples viajes de un fin de semana, y no toman el compromiso de dedicar algo de tiempo a planificar el viaje más importante de todos: su propia vida. Y del pequeño grupo de personas que si realiza ese proceso de planificación, muy pocas se mantienen tomando acción hasta que la cosas comienzan a suceder, y sus mayores objetivos de convierten en realidad.

De hecho, el 85% de las declaraciones de buenas intenciones que suelen hacerse al final del año, jamás llegan más allá de la primera semana del año. Estas resoluciones, como los objetivos en la vida, son muy fáciles de establecer, pero requieren disciplina y esfuerzo para ser alcanzados. Por ejemplo, un estudio reveló que de 18.000.000 de fumadores que habían dejado de fumar al menos por un día, solo 1.300.000 dejó de hacerlo por al menos un año.

Para alcanzar cualquier objetivo que realmente merezca la pena, has de estar dispuesto a poner un alto nivel de compromiso. Has de tener un deseo tan ardiente de lograr ese objetivo, que te provea de la energía necesaria para persistir a pesar de la tentación de volver al antiguo patrón de comportamiento más cómodo.

Pero para lograrlo vas a necesitar altas dosis de motivación. Y la motivación llega por un lado por ese deseo de alcanzar algo, pero también por la certeza interna que tengas de que lo vas a lograr. Si partes con la idea en mente de que no lo vas a lograr, te garantizo que estás en lo cierto: no lo lograrás. Pero de igual modo, si crees con fe absoluta que puedes hacerlo, no importarán ni el tamaño ni la magnitud de los obstáculos que aparezcan en el camino: ¡Terminarás lográndolo!

Para lograrlo hay un técnica que suele dar muy buenos resultados: La técnica de “Un día detrás de otro”.
 
Imagina que quieres comenzar a hacer ejercicio cada mañana a primera hora. Imaginarte levantándote pronto todos los días de tu vida puede ser tremendamente abrumador y desmotivante. Pero si simplemente decides enfocarte en hacerlo por un día, se transformará en algo muy sencillo. Todo el mundo puede levantarse pronto un día para hacer algo de ejercicio. Y cuando lo hayas logrado, pasa a pensar en tu compromiso para el día siguiente. Y poco a poco, casi sin darte cuenta, comenzarás a implantar un nuevo hábito. Recuerda siempre que los hábitos se crean por la suma de acciones repetidas diariamente a lo largo de un determinado periodo de tiempo. Mantén el enfoque en esa filosofía del día a día, y observarás como avanzas con fuerte determinación hacia esos objetivos que más valoras.

Por supuesto que también es necesario un fuerte deseo y una actitud perseverante con este proceso de un día detrás de otro. Pero es mucho más sencillo lograr grandes objetivos de este modo, antes que centrándonos en conseguir todo el objetivo a la vez. 

Tener grandes objetivos no es suficiente. Has de tener una razón poderosa que te impulse a convertir ese objetivo en realidad. Eso alimentará tu deseo y te aportará la fortaleza necesaria para comprometerte en su logro. Si asocias una fuerte pasión al comportamiento que deseas cambiar, o a no lograr tu objetivo, te será mucho más sencillo emprender las acciones necesarias para que el cambio se produzca.

Y por supuesto, la próxima vez que quieras desarrollar un buen hábito, eliminar algún hábito negativo, o lograr cualquier objetivo de gran envergadura, utiliza la técnica de “Un día detrás de otro”. ¡Los resultados te asombrarán!

Da un paso, luego otro, un día detrás de otro y Ponte en Marcha!