martes, 9 de febrero de 2016

Duelo entre la vida personal y la profesional.

Nos falta tiempo. Trabajo y desarrollo personal son, en la práctica, difíciles de combinar. ¿Es sólo un problema de agenda? ¿Son suficientes las medidas generales: más días de asuntos propios, menos horas de trabajo o más derechos por cargas familiares? ¿Más guarderías, centros de día, servicios sociales? ¿En qué medida son costes soportables? ¿Acabaremos quizá asfixiando a las empresas productivas? ¿O perdiendo lo único que en el fondo realmente nos importa y por lo que trabajamos, nuestra felicidad? 

Todos tenemos vida privada y vida profesional. El tiempo de ocio lo necesitamos para los amigos, el descanso, las aficiones. Es ahí donde se desarrolla el mundo de las emociones, las ilusiones, los proyectos, la creatividad y la vida familiar. Cuando se rompe el equilibrio entre el ámbito privado y el laboral, el trabajador tiene conflictos y los genera en la empresa y en la sociedad. Las pérdidas de negocio por bajas laborales causadas por el estrés, el absentismo laboral, la falta de motivación, el bajo rendimiento, "el estar sin estar porque se está en otra parte", son datos cuantificables que inciden en la productividad y los beneficios. 

Salud mental del trabajador. Para abordar esta cuestión hay que tomar conciencia de su enorme complejidad: no existen líneas maestras ni soluciones generales. Por ejemplo, países como Estados Unidos, Finlandia, Reino Unido y Alemania, que aparecen en los primeros puestos cuando se trata de aplicar medidas de mejora para la conciliación entre vida laboral y vida familiar, ocupan también los primeros lugares en las enfermedades por estrés, según los estudios realizados por la Organización Internacional del Trabajo sobre la salud mental de los trabajadores. 

Ciertamente, la vida familiar sufre -y mucho- por el estrés producido por jornadas laborales de cincuenta horas, viajes, promociones y ascensos que llevan a un compromiso profesional prácticamente incompatible con un espacio mínimo para la vida privada. Hasta el deporte y el ocio se acaban transformando en relación social para el negocio. 

Pero también está demostrado que un trabajador con problemas familiares o personales -enfermedades graves de familiares cercanos o una ruptura familiar-, trabaja mal porque pesan negativamente en su vida laboral. 

La gestión del tiempo. El estrés por falta de tiempo para la vida privada afecta también a hombres y mujeres solteros que asumen jornadas laborales larguísimas y que se casan con el trabajo. Y el foso entre éstos y quienes gozan de semanas de maternidad/paternidad en las empresas es cada vez mayor. 

Conciliar vida laboral y vida familiar aparece pues como un problema de la persona, más aún, de cada persona; vida familiar y vida profesional en armonía serían la resultante de dos factores: la gestión del tiempo y la rentabilidad coste/beneficio

A la hora de buscar soluciones o vías de mejora hay que comenzar por discernir qué le compete a la empresa, qué a los poderes políticos y legislativos -a la sociedad- y qué es tarea de cada uno. 

Desde instancias legales y de opinión se impulsan medidas que en términos relativos parecen importantes, pero son de carácter exógeno a la realidad vital de la empresa, aunque repercutan fuertemente en sus costes. Tampoco se trata de volver a sistemas paternalistas, que suplan con bondad lo que requiere estudio, análisis, definición, programación y concretas actuaciones. 

La empresa del siglo XXI no puede limitarse a poner parches, siquiera por imperativo legal o de la opinión pública. El empresario debe rediseñar una política de empresa coherente, referida a las áreas de negocio, estructura, imagen institucional y convivencia profesional, integrando en su proyecto de empresa un área transversal que afecta de lleno a la inteligencia emocional de todos: la conciliación entre vida familiar y vida profesional porque, en último término, la empresa es básicamente un grupo humano.

Ponte en Marcha! Concilia y gana el duelo.

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