martes, 29 de diciembre de 2015

La autodisciplina se transmite a los colaboradores. De la cultura del esfuerzo a la exigencia.


¿Cree usted que podría hacer más de lo que hace? 

Todos podemos hacer más de lo que hacemos. Necesitamos de la voluntad y la perseverancia, cualidades con las que de pequeños nos venían diciendo que se conseguía todo.

Sin embargo, nuestro conocimiento no alcanza a saber, en la mayoría de los casos, cómo se puede conseguir esta voluntad. 

Un consejo que vengo dando a los alumnos de mis cursos es el de iniciar cada jornada con las tareas más duras, más inalcanzables, más difíciles, o simplemente las que menos nos agraden. 

Así, venciendo resistencias y superando obstáculos al iniciar el día, fortalecemos poco a poco nuestra voluntad

Sin embargo, toda esta práctica parte de algo inestable y ficticio para bastantes personas, ya que ante la ausencia de voluntad, se es incapaz de iniciar el día con los trabajos menos deseados. 

Por ello, se precisa de una sólida base que nos ayude a seguir adelante ante los escollos. Podríamos bautizarla con la denominación de "disciplina"

Esta disciplina vendrá dada en función de la energía personal que poseamos y de las costumbres con las que la adiestremos en el día a día. 

Analicemos primero la energía personal. ¿Cuáles pueden ser las causas o motivos de la falta o insuficiencia de la misma? 

Sin duda, la inestabilidad emocional y la dispersión mental. 

La estabilización y la concentración son dos objetivos a conseguir para dirigir el foco de nuestra atención hacia el refuerzo de esta energía. 

¿Y cómo alcanzarlos? 

Organizando las ideas, planificando minuciosamente el tiempo y cumpliendo el plan previsto. Entrando en cada asunto y saliendo una vez resuelto, sin dejar asuntos a medias. Practicando la relajación y meditación diariamente y pasándole cuentas diariamente al personaje que llevamos dentro. 

Por otra parte, hemos de entrenar nuestra energía en las costumbres del día a día

Cuan erróneo es decir: "Éste es más fuerte que yo". Esta frase y el sentimiento que la acompaña paralizan por adelantado nuestro esfuerzo. 

Uno de los secretos para que los esfuerzos lleguen a buen término es aplicarlos en los detalles. Sin apenas darnos cuenta alcanzarán al conjunto. 

Decía Henry Ford: "Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes estás en lo cierto." 

El pensamiento es una arma poderosa y somos nosotros a quienes les corresponde saberla dirigir. Los pensamientos que nos llevan hacia el deseo de practicar el entrenamiento progresivo y diario, son en sí ya un principio de éxito. 

Quien se propone un deseo, se está demostrando que tiene voluntad de inicio

Podría ser que éste fuese deficitario. Se trataría de reforzarlo, darle apoyo. Inicialmente lo haríamos a través de la parte orgánica. La sobrealimentación o la escasez, pueden ser causa de falta de energía. Vigilemos cómo nos alimentamos. Comamos de todo equilibradamente y evitemos los excitantes. ¿Comemos para vivir o vivimos para comer? 
 
La relajación profunda de cinco a diez minutos cada día potenciará nuestra energía. 

¿Nos hemos subido al carro del sedentarismo? ¿Practicamos algún tipo de ejercicio? Aunque sólo sea andar una hora cada día. 

Las horas de sueño diarias no podemos aplazarlas. Ni tampoco recuperarlas. Es necesario descansar de siete a ocho horas diariamente. Ir a dormir después de haber cenado opíparamente, o después de haber visto una película de violencia impide descansar con profundidad. 

Así pues, una alimentación sana, unos minutos de relajación y meditación, el ejercicio físico y el descanso diario son básicos para potenciar la energía personal, (energía física, mental, y emocional).

Por una cultura de la exigencia y no del esfuerzo, Ponte en Marcha!

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