jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Eres un buen jefe?


Llegar a directivo, a veces, es un trabajo arduo, pero más arduo aún es ser un buen jefe. La experiencia y la memoria nos recuerdan cada mañana la dificultad para dirigir a nuestros equipos con eficacia. Pero ¿qué podemos hacer? ¿cómo podemos mejorar y desarrollar nuestras funciones directivas?. 

Ningún profesional ejecutivo o directivo duda sobre la necesidad de una completa y profunda formación en el área en que se desarrolla su carrera. Seguramente, tras estudiar en la universidad o universidades, haya cursado masters e idiomas y mantenga suscripciones en revistas y editoriales de su profesión. No obstante, llega un día en que por su buena gestión es alzado a jefe.

 La recompensa justa a muchos esfuerzos y desvelos. Día a día, comprueba que todas esas ideas, metodologías, estrategias y/ó procesos, se estrellan en menor o mayor medida contra las inercias, la incomunicación, la falta de tiempo, el estrés, etc., y una mañana descubre que a dirigir personas nadie le ha enseñado. Sólo tiene su sentido común (que ya es mucho) y las enseñanzas de sus buenos y malos jefes. Bien, ese día puede que sea un gran día, pero mientras busca la formación apropiada para dirigir personas, puede poner en práctica algunas ideas eficaces. 

Según una investigación para conocer cuáles eran los factores principales para fidelizar a los profesionales cualificados, los resultados desvelaron que una buena dirección de personas es la mejor garantía para mantener a los mejores profesionales en nuestra empresa. Y una buena dirección se consigue cuando desarrollamos las carreras profesionales de nuestros colaboradores, conseguimos que crean en el proyecto de la empresa y logramos una alta calidad en la relación directa con los jefes, sin olvidar retribuciones acordes con las funciones desarrolladas. Así dicho, parece fácil. Ponerlo en práctica es el reto

Los colaboradores buscan en sus jefes lo mismo que nosotros buscábamos en los nuestros: sobre todo, coherencia y comunicación

Una investigación posterior, titulada ¿qué esperas de tu jefe?, concluyó que los jefes deben escuchar y contar con las ideas y opiniones de sus empleados, tienen que ser coherentes y consecuentes, además de claros en la comunicación de decisiones y tareas, y reconocer lo que se hace bien y corregir lo que está mal, entre los factores principales. 

A la luz de estas investigaciones, las habilidades y valores de un buen jefe no parece tener gran misterio, lo que ha menudo nos puede hacer olvidar lo difícil que es ser un buen líder en el día de hoy. Todos hemos visto en nuestros entornos inmediatos toneladas de incongruencia, mucho mandar por galones, poca claridad en la comunicación, no sentirse apoyado por el mando inmediato, ausencia absoluta de reconocimiento de calidad, una inexplicable sordera y ceguera de muchos directivos o que, simplemente, no sepan decir claramente qué esperan exactamente de nosotros. 
 
No obstante, el liderazgo, ser un buen jefe, reconocido y respetado por el propio equipo tanto desde arriba como desde abajo, requiere una coordinación muy precisa de multitud de elementos y comportamientos. Como ocurre en el ajedrez, cada una de las piezas (peones, alfiles, torres, ...) tienen un movimiento claro y simple, pero jugar al ajedrez, poner en marcha todas las piezas para lograr el triunfo es increíblemente complejo. Para mantener el nivel habrá que dominar cada vez más esa complejidad de lo sencillo, puesto que cada día se juega con personal más preparado y exigente y entornos más competitivos. Por tanto, mientras desarrollamos nuestro comportamiento directivo, esforcémonos –como mínimo- en escuchar y ser coherentes

Si quieres ser un buen jefe, escucha y se coherente. Ponte en Marcha!

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