sábado, 30 de mayo de 2015

Apostemos con cartas de triunfo

Recientemente, participé como invitado a impartir una conferencia en el marco de un seminario en Gestión de los Recursos Humanos. Al iniciar mi ponencia, les propuse que no me dejaran hablando solo. Me respondieron con miradas preocupadas y medias sonrisas que se acentuaron al escucharme indagar: ¿Qué hacen ustedes para recibir un salario? Por favor, cuéntenme ¿qué trabajo realizan?

Primeramente se hizo un gran silencio luego comenzaron los cuchicheos. Repetí mi pregunta y tímidamente comenzaron a escucharse desde diferentes puntos del salón respuestas, mayoritariamente coincidentes, en que les pagaban por:

-- Ser director de Marketing...
-- Dirigir el grupo de contabilidad...
-- Dirigir una corporación empresarial...
-- Ser consultor empresarial
-- Controlar las ventas...
-- Ser especialista en Relaciones Públicas....
-- Investigar el mercado...
-- Auditar....
-- Capacitar ...
-- Responder por la legalidad de la empresa...


¡Ninguno producimos bienes tangibles!-- les comenté -- sin embargo todos nos preocupamos por el capital humano y su mayor productividad. ¿Y en qué base común se sustenta ese trabajo? volví a indagar para luego de segundos de silencio escuchar las respuestas de:

-- Trabajamos con personas....
-- Conducimos capital humano…
-- Somos coordinadores de acciones entre equipos de trabajos...
-- Conducimos grupos de especialistas...
-- Asesoramos a ejecutivos
-- Interactuamos con especialistas....
-- Vendemos
-- Atendemos clientes

Ahora les pido, por favor, que me respondan ustedes ¿Cómo hacen ese trabajo con las personas? ¿Cómo interactúan con esos especialistas y equipos?

-- En reuniones
-- Hablando.....
-- Conversando... 

Resulta que aquí todos hacemos trabajo ¨ NO ¨ manual. Sin esfuerzos físicos. Entonces, espero que coincidan conmigo —comenté-- en que de la habilidad, eficacia y eficiencia que hayan desarrollado ustedes para comunicarse con los equipos de trabajo con los cuales interactúan y de lo competentes que sean ustedes comunicando, depende la productividad que ellos alcancen y por tanto, estarán comprometidos en esa acción cotidiana, los resultados y el éxito de la gestión de las organizaciones donde ustedes trabajan y por las cuales les pagan un salario a cada uno de ustedes.

--Nunca antes me había puesto a pensar en eso. Trabajo conversando.... – dijo uno

-- Me pagan por conversar — añadió sonriente otro de los presentes

Ahora dejando a un lado el seminario y me pregunto: ¿nos hemos puesto a meditar alguna vez a cuantos de nosotros nos pagan (en la mayoría de los casos con muy buenas sumas) por ser competentes al cominicar?
 

Hablar no es pasivo, ni es inocente. En nuestro contexto laboral, provocamos que se realicen acciones a partir de nuestras palabras, de nuestras orientaciones e intercambios con los equipos que conducimos o con las personas con quienes interactuamos.

En las conversaciones y reuniones dicen fácilmente ¨ Desde hoy te ocupas de la cuenta tal o más cual y es uno de los mejores clientes de nuestra firma¨; o: ´´La campaña para esto o aquello queda a cargo de nuestro equipo de trabajo y tiene que ser un éxito¨; o: ¨Te ocuparás de abrir mercado en tal lugar¨; o ´ Saldrás más a cualquier ciudad a captar personal para completar los equipos de trabajo aquí y allá¨. Pero ¿se escucha tal y como se dice, tan... fácilmente...?

Bueno, mientras nos hablan escuchamos de formas y puntos de vistas diferentes: ¿Cómo esto afectará mi futuro...? Es un buen cliente, pero... difícil de satisfacer.... ¿Será una oportunidad o una complicación...? ¿Y qué pasa con mi familia si no logro el éxito...? ¡Cambiar de ciudad nuevamente...! ¡Vaya, viene con esto ahora que las cosas marchaban bien!... Cada cual escucha desde su historia personal, sus experiencias anteriores, sus juicios, sus inquietudes, sus emociones....

De acuerdo con las características del trabajo que realizamos, estas conversaciones las desarrollamos con público legitimador de nuestras organizaciones, con clientes reales, clientes potenciales, colaboradores y con los Jefes, entre otros. Seamos pues hábiles, cuidadosos, estudiosos del lenguaje y de su poder para cambiarnos el curso de las relaciones.

Escuchemos con atención a quienes nos hablan
. Todos hablamos para ser escuchados. Si a usted, por supuesto le interesa que pongan atención a sus palabras, no escatime luego en atender cuando le corresponde escuchar a su jefe, su colaborador, sus hijos, su pareja... Cuantos disgustos y malentendidos evitaríamos!
 
Por otro lado, con frecuencia nos molesta escuchar a quien viene a expresarnos inquietudes, inconformidades. Hay razón de más en atender detallada y esmeradamente a quién está preocupado y quiere compartir con nosotros sus problemas. Pueden ser una oportunidad para solucionar o mejorar algo en la vida. Todas las innovaciones, fuentes del desarrollo de la humanidad han surgido a partir de insatisfacciones de un observador que percibió que algo estaba faltando, o era preciso mejorar, cambiar o crear lo novedoso que permitiera resolver la inquietud.

Conversemos y escuchemos a nuestros especialistas y colaboradores, a nuestros clientes, al capital humano con el cual interactuamos. De cuan competente seamos en nuestras conversaciones depende en mucho el éxito de la productividad de estos tiempos en que va ocupando un gran espacio de predominio el trabajo ¨NO¨ manual. Cada cual sabe mejor que el resto lo que en su trabajo diario le corresponde hacer, no obstante, de sus motivaciones, inquietudes y desde donde escucha, dependerá el tiempo y la atención que ponga en lo que dice, sabe y quiere hacer.

Quien conduce equipos e interactúa con otros en función de coordinar acciones, debe ser competente en la comunicación efectiva. ¿Cuántos especialistas se asignan para ventas o gestiones con clientes por su magnífica hoja de vida? ¡Hasta se le financian masters y doctorados para potenciar su desarrollo y luego caen las ventas, se pierde la clientela y no sabemos por qué ni qué está fallando! No se trata de ser simpático y comunicador, se trata de incorporar distinciones y competencias para una comunicación efectiva más que afectiva, aunque una no está reñida con la otra.

Para ser emprendedor/líder en este agresivo entorno de globalizaciones, es importante instalar emociones y energías positivas en los colectivos laborales, de modo que estén preparados para los cambios continuos y necesarios que se producen en el quehacer organizacional de nuestros tiempos. Es imprescindible observar al ser humano, capital de valores intangibles y cuya productividad, en muchos casos intangible también, aporta considerables valores agregados a la organización, si sabe escuchar y ser escuchado, si es competente al dialogar para trabajar y para que le paguen por hacerlo eficientemente. 
 
Los emprendedores son líderes cuando en sus palabras se escucha el poder de la seducción en lugar de la imposición, cuando prefieren convencer y no vencer. Detectar, formar y desarrollar emprendedores/líderes competentes en sus comunicaciones es vital en la gestión de los Recursos Humanos.

Podemos apostar a esta acción para potenciar el capital humano que conduce la empresa que emerge en nuestros tiempos, saber trabajar con el poder de las palabras puede ser una carta decisoria para triunfar en el juego presente y futuro de la productividad.

Ponte en Marcha! manteniendo conversaciones efectivas y productivas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ayúdanos a Ponernos en Marcha y comparte tu experiencia, comentario u opinión. Juntos emprederemos la ruta del éxito.