Cuando la gente está bajo presión puede ser capaz de hacer cosas que creía imposibles. A menudo se nos presentan relatos de personas que sacan fuerzas de flaqueza y se enfrentan a la muerte con el mentón pujante. Lo que está menos diseminado es la parálisis de la que uno puede ser víctima en una situación de mucho estrés.
Una parálisis que puede provocar que incluso no tiremos de la anilla del paracaídas cuando nos lanzamos desde un avión. Es la razón de que, a veces, se encuentren personas estrelladas contra el suelo, con las anillas de su paracaídas principal, el de emergencia y el de reserva en su lugar, intactos.
Lo fascinante del 10 % de las muertes que se producen en paracaidismo es que el motivo parece ser el llamado problema del “no tirar” o de tirar a baja altitud o tirar con poca determinación, es decir, el problema del “tirar poco”. El 75 % de estos casos es por error de cálculo o distracción, quizá porque están practicando una nueva técnica de vuelo. Además, a los seres humanos se nos da fatal contar el tiempo: a pesar de que los paracaidistas principales saben que deben abrir los paracaídas entre 40 y 45 segundos después de saltar del avión, a menudo se equivocan a medir el paso del tiempo.

El psicólogo Christian Hart ha entrevistado a paracaidistas que no tiraron de las anillas de sus paracaídas y se salvaron justo unos segundos antes de impactar contra el suelo gracias a sus dispositivos de activación automática: Está convencido de que, cuando nos encontramos bajo una terrible presión, aparecen dos tipos de personalidad. El primer tipo sigue tratando de solucionar los problemas, independientemente de lo que suceda. Estas personas se niegan a rendirse. El segundo tipo se rinde enseguida. Son personas que se resignan a su suerte y arrojan la toalla.
No te resignes a tu suerte, no te rindas, ni tires la toalla y Ponte en Marcha!
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